viernes, 17 de agosto de 2018

En calma

Frente a mí, inerte, el hombre al que acababa de matar. Mi cara reflejaba el dolor más agudo. Estaba fuera de mí, con los ojos desencajados, abstrayéndome de aquella escena. En mi interior permanecía sereno. Sabía que había sido en defensa propia y no tenía el más mínimo remordimiento por lo que acababa de hacer.

Fingí como mejor sé, que no es poco. Fingí arrepentimiento, pesar y aflicción. Sabía que era lo que esperaban que sintiera, aunque mi mente siguiera calma.

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