miércoles, 29 de mayo de 2013

El bardo que solo a la luna llena cantaba

Su hogar siempre fue el camino.

Sus padres pertenecían a una troupe itinerante de artistas que formaban una gran familia. Nunca había conocido el calor de una casa, ni la amistad duradera, pues no permanecían en un mismo lugar más de una semana. En carromatos, visitaban pueblos a lo largo y ancho de Inglaterra y ofrecían sus espectáculos. Tenían un mecenas noble que le servía de acreditación para actuar por todo el país, pero aún así no gozaban de buena reputación. Se dedicaban a actuar en espectáculos sobre obras clásicas, en tocar en tabernas y fiestas populares, pero seguían cargando sobre sus hombros la inmerecida mala fama de liantes y estafadores que muchos falsos músicos itinerantes le habían otorgado.