Su hogar siempre fue el camino.
Sus padres pertenecían a una troupe
itinerante de artistas que formaban una gran familia. Nunca había conocido el
calor de una casa, ni la amistad duradera, pues no permanecían en un mismo
lugar más de una semana. En carromatos, visitaban pueblos a lo largo y ancho de
Inglaterra y ofrecían sus espectáculos. Tenían un mecenas noble que le servía
de acreditación para actuar por todo el país, pero aún así no gozaban de buena
reputación. Se dedicaban a actuar en espectáculos sobre obras clásicas, en
tocar en tabernas y fiestas populares, pero seguían cargando sobre sus hombros
la inmerecida mala fama de liantes y estafadores que muchos falsos músicos
itinerantes le habían otorgado.