martes, 27 de diciembre de 2011

¿Preparado?

Sabes que ese día llegará. No cuándo ni cómo, pero sí que llegará. Es tu única ventaja y tu peor castigo. Aún así nos aferramos al aspecto, en esfuerzo optimista, de que ello supone tu única esperanza de sobrevivir a tu aciago destino. No queda otra opción, toca centrarse y prepararnos para lo inevitable.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Múltiple personalidad

He sido un alienígena de una extraña raza albina, pero de piel artificialmente oscura, caballero de una antigua orden aún sin fundar. He sido un jovenzuelo rico y malcriado que no sabía qué bando elegir ni a quién proteger. He sido un ídolo de masas fanáticas y víctima de un genocidio. He sido maorí y asesino a sueldo. He sido el anciano consigliere de un padrino prematuro. He sido director de una agencia federal y terrorista, a su vez. He sido el más poderoso de los magos, y el más despistado también. He sido discípulo de un antiguo arte olvidado. He sido cazador, artista de lo arcano y de ojos dorados. He sido aprendiz de brujo en una torre y prisión de marfil. He sido mellizo sin saberlo, aún cuando compartía mentor con mi hermano.

Soy un noble capitán, atípicamente rebelde, maestro y aprendiz. Soy un ciego y portador de un pasajero oscuro en el más tenebroso de los mundos. Soy un niño con incontinencia verbal y memoria eidética, operador y guía de sus compañeros.

Seré un desdichado bardo maldito en cuerpo canino. Y seré de nuevo aquel líder terrorista que busca incansable la hegemonía de los de su especie.

He sido, soy y seré todo lo que ansíe, cuando y como me plazca. Todo es posible bajo mi icónica pluma de teclas, mi binaria tinta y mi pergamino punteado. No hay nada imposible en el paradisíaco mundo de la gran red, donde historias de perspectivas tan dispares se encuentran y entrelazan en perfecta armonía. Nada escapa a la imaginación del que tiene algo que contar.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Érase una vez un hombre que eran dos

Érase una vez un hombre que eran dos. Un hombre que sólo podía amar y que no sabía hacer más nada que odiar. Un tipo alegre y eternamente deprimido, atento y despreocupado, afable e irascible. Solía escribir odas al amor y buscar el placer bajo decenas de faldas. Echaba de menos y buscaba la soledad, dormía tras el ocaso y vivía en la noche. Plantaba y talaba, construía y derruía. Imaginaba noches en vela de abrazos eternos y fantaseaba con la excitación de cada rostro nuevo. Soñaba despierto y siempre dormía. Se dejaba llevar, remando contra corriente. Vivía por vivir, moría por matar. Añoraba cada recuerdo y no echaba jamás la vista atrás. Apostaba por su buen sino y no dejaba nada al azar. Afrentaba y conciliaba, aprendía y olvidaba.

Érase una vez un hombre que era uno. No sé si amaba u odiaba. Si reía o lloraba. Si vivía o moría, ni si una vez supo o nunca olvidó. Sólo sé que me miraba, fijamente, escudriñando mi alma desde el otro lado del espejo.

Y ahora no sé si soy yo o él quien sonríe, si es el mío o su reflejo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Miedo a recordar

Tengo muchas, muchas lecturas pendientes. Algunas incluso imperdonables. Un ejemplo claro de ello es El Gen Egoísta, del brillante Richard Dawkins, el cual tengo a medio empezar. Es un tipo que me apasiona, tanto en las intervenciones públicas a las que he tenido acceso, como en sus textos divulgativos. Esta obra no sólo es su ópera prima, sino que yo diría que la más importante de su carrera por sus pioneros planteamientos y por sentar la base de su crítica prosa. Pero además, en aspectos más respectivos a mi persona, el libro versa sobre evolución y comportamiento, que podría declarar, sin temor a equivocarme, que son los dos pilares que asientan mi yo científico. Atendiendo a todo lo anterior, ¿qué diantres estoy haciendo que aún no acabé semejante joya?

sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Lo tomas o lo dejas?

Los más duros dilemas de la vida no son aquellos que te obligan a tomar una decisión para poder continuar. No son aquellos que guían tu vida, que tuercen tu camino hacia un lado o hacia el otro. Estos dilemas impuestos no son más que parte del paradigma de la vida humana. Decisión tras decisión conformamos lo que fuimos, somos y seremos. Pueden ser decisiones duras, no dudo de ello, pero el simple hecho de no poder evitarlas, el hecho de que tengas que decidir una opción sin poder volver la espalda y olvidar el problema, las hacen, en mi opinión, menos importantes. Definimos nuestro yo a base de decisiones y firmeza o flaqueza, la determinación o incoherencia con que elijamos dependerá de nosotros mismos. Dependerá de cuán alto apuntemos, de lo que busquemos y de lo que queramos arriesgar. Nada más. Dilemas así pueden ser difíciles de reflexionar, pero en la medida que son inexorables son también menos complejos e irrelevantes.

jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Poema o Canción desesperada?

Por más que la observo, sigo sin poder creerlo. Se parece tanto a esa de antaño. La misma palidez, el mismo brillo.

Jamás pensé volver a verla, pero ahí está. Frente a mí. Mirándome fijamente. Esperando que continúe mi camino para volver a hacerme trastabillar, para volver a tambalear mi ordenado mundo.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Miradas caras

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... por un beso... ¿quién
cojones va a pagar todo esto?

Memoria caprichosa

Es curioso cómo funciona la memoria. Puedes llevar días, meses y años pasando por un mismo lugar y realizando sistemáticamente la mismas tareas, sin que esta rutina despierte en ti ningún recuerdo concreto.

Podríamos pensar que nuestra memoria es una cámara que todo graba y que va olvidando cosas, quizá al azar. Podríamos, pero nos equivocaríamos. Nuestra mente, en su asombrosa inteligencia, impregna a cada recuerdo los sentimientos que en su día vivimos con él. En un mundo en el que percibir lo que te rodea es vital para la existencia, ésta es una estrategia perfecta de catalogación. Lo aprendido e importante, lo que se le ha dado relevancia relativa con nuestros sentidos, perdura, lo demás se desecha.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El Rey no va desnudo

Cruzó la sala con paso solemne. Caminaba calmo, sereno como si su consciencia estuviera por encima de las inquietudes de su pueblo.

Al final del pasillo que formaban sus caballeros, se encontraba su nervioso consejero. Aunque solía distinguirse por su quietud y parcos gestos, las circunstancias lo habían colmatado. Había unido sus manos, intentando disimular su desasosiego, pero a duras penas podía detener a sus dedos. Su mirada iba de aquí a allá, sin atreverse a posarse en la regia figura de su señor.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Piedras pateadas, piedras recogidas

Cada dos pasos pateaba una pequeña piedra. No lo hacía con destreza, pues tenía ambas manos en sendos bolsillos, pero sí con rabia. Pateaba y pateaba, sin preocuparse en mirar hacia arriba, en observar hacia donde caminaba.

Al otro lado del paisaje, alguien se dirigía hacia él. Alguien tan cegado en su empeño que tampoco se cuidaba de ir viendo por donde iba. Cada para de pasos, se agachaba y recogía una pequeña piedra, poniéndola en su regazo. No escogía las bonitas, ni las brillantes o raras. Simplemente recogía la que se le antojaba y siempre con aquella sonrisa en la boca, como si en vez de piedras llevara pepitas de oro sobre ella.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Voces de una historia

Si aquel día, después de caer la noche, alguien se hubiera arrastrado furtivamente a aquella cabaña. Si hubiera dejado tras de sí el lúgubre páramo que la rodeaba guiado por la tenue luz de la bóveda celeste. Si alguien hubiera mirado a través de los resquicios de la vieja madera. A través del empolvado y desgastado cristal de las numerosas y pequeñas ventanas. Si hubiera mirado hacia el sombrío interior, entre aquellas paredes, habría podido observar, a la escasa luz de aquella pequeña vela, un rostro indeciso. Habría observado también como sujetaba, casi con hastío, una pluma impregnada en demasiada tinta, que goteaba sobre la parca mesa. Habría podido contemplar incluso, si hubiera sido cauteloso, que lo ojos de aquel rostro miraban, sin ver nada.