tag:blogger.com,1999:blog-72942567993470274332024-02-22T08:52:38.506+01:00Bautizado en TintaJuanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.comBlogger36125tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-12066387904122971402019-09-06T09:36:00.003+02:002023-04-26T21:51:42.890+02:00KaraPara alguien que escribe historias e inventa personajes con relativa facilidad, siempre me ha costado horrores el mero hecho de elegir nombres.<br />
<br />
Quizá por eso, para facilitarme la tarea y acotar un poco las inmensas posibilidades disponibles, me inventé ciertas reglas que me autoimpongo en una suerte de "tradición" y que me ayudan con mi indecisión.<br />
<br />
Para explicar de dónde viene el nombre de Kara, hay que remontarse a varios años atrás. Si me preguntan, yo siempre digo que es el nombre de un personaje mío al que tengo mucho cariño. Kara Silverlock, mortífaga que experimentaba con sangres sucia; quizá de ahí le viene la vena traviesa a mi Karota. Pero el origen del nombre va mucho más atrás y tiene mucho que ver con el apodo que últimamente uso por internet: Karatoraba.<br />
<br />
Cuando empecé a escribir con otras personas y no sólo desde la soledad de mi teclado desconectado, unas de estas primeras historias en conjunto estaba basada en una obra cuyos villanos poseían nombres de arquitectos famosos españoles, aunque con sus nombres en cierto modo <i>japonizados</i>. Cuando creé un malo maloso bajo esa ambientación me vi en la tesitura de buscar un arquitecto conocido, incluso para profanos en el tema como yo. Era mi segundo personaje en aquella historia y el primero, por exigencias del guión, tenía como iniciales SK. Grata sorpresa la mía cuando descubrí que esas iniciales encajaban perfectamente con las del nombre y apellidos de un arquitecto famoso, eso sí, adaptados a cómo lo pronunciaría o transcribiría un nipón: Santiago Calatrava, o <i>Sanchiago Karatoraba</i>.<div><br /></div><div>Había nacido una tradición. Más o menos.<br />
<br />
El resto es historia, que dirían. Desde entonces casi todos los personajes que creé compartían esas iniciales, o al menos su nombre empezaba por K. En el caso de Kara, Kara Silverlock, no sólo era la acortación del dizque de Calatrava, sino que además encajaba con la personalidad extravagante de Cara Delevigne, que me inspiró para el personaje. Todo volvía a encajar, ¿por qué resistirme a tal nombre?<br />
<br />
Así que sí, el nombre de mi perrita Kara es original, y en cierto modo creado por mí. Y estoy muy orgulloso, no sólo de haber elegido ese nombre, sino de que además no haya tenido ninguna duda en mi elección desde el primer momento.</div>Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-76514650814502318742019-08-23T02:17:00.002+02:002019-08-23T02:21:53.307+02:00Algo termina, algo comienzaSi aquel día, después de caer la noche, alguien se hubiera arrastrado furtivamente hasta aquella torre, erigida, desafiante, tratando de arañar las nubes con sus garras. Si alguien hubiera conseguido sobrevivir al fiero oleaje y a la vertical ascensión de la roca. Si hubiera trepado, alcanzando la entreabierta ventana, habría visto en su interior, bajo la escasa luz de una única vela, un pequeño papel que se agitaba frente a ella. Habría visto también a un hombre a medio vestir, que asía ese trozo de pergamino con fuerza, hasta casi hacerlo crujir. Hubiera distinguido como éste, bajo el amparo de la privacidad de sus aposentos, dejaba entrever sus dientes. Habría visto también como éstos brillaban con especial fulgor, mientras sus verdes ojos releían una y otra vez las escasas líneas. Habría oído, quizá, si pegara la oreja al cristal, como una pequeña carcajada despertaba en lo más profundo de su vientre, aunque nacía murmullo ya en la boca.
<br>
<br>
Pero aquello no habría sido posible. Nadie podía verle. La torre formaba parte de una fortaleza inexpugnable, impenetrable, invicta durante siglos. Nadie podría haber ascendido por la Roca, nadie habría alcanzado jamás la ventana ni habría podido atisbar lo que al otro lado de ella se acontecía. Nadie, pero no nada. Algo sí lo había logrado. Algo había llegado hasta la cornisa, se había posado sobre la piedra y esperado a ser recibido. Algo que portaba un mensaje, uno que había sido leído hasta la saciedad. Palabras que habían llegado prestas, obviando al maestre, directamente a sus manos. Palabras que habían despertado al león durmiente bajo la Roca.
<br>
<br>
— Oye mi rugido. — susurró a la nada.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-15881831206699491342018-09-27T17:25:00.000+02:002018-09-27T17:25:00.729+02:00Yo no decido¿Qué sentido tiene siquiera que me lo plantee? No habrá diferencia alguna. No creo que haya tomado ninguna decisión en toda mi vida. Podría fácilmente elevarme en el aire, ascender hasta cortar aquella aciaga trayectoria y ser el héroe del día. Pero, ¿debería? O, mejor dicho: ¿tendría mérito alguno si me decidiese a hacerlo? Mi tierra me ha dado la capacidad para ello. He entrenado mi habilidad desde que la descubrí, cuando apenas podía aún sostenerme en pie. Ni tan siquiera supondría un reto para mi psique, cuanto menos para mis músculos que no trabajarían más de lo que lo hacen ahora, estando de pie.<br />
<br />
Todos los sistemas fallaban, no quedaba duda alguna a poco que atisbaras la multitud de luces rojas que parpadeaban arrítmicamente. Cualquier pasajero lo habría adivinado; para el piloto era más que evidente. Aquel planeta parecía atraerlos como si estuviera sediento de ellos. Toda esperanza se disipó cuando la melodía lumínica cesó. La calma se apoderó de los controles y todo podría haber parecido en orden de no ser por el ensordecedor sonido que aún describía la nave en su caída libre.<br />
<br />
Todo se detuvo súbitamente. Él lo había logrado, una vez más. El sonido dejó paso a más blanco silencio. La gravedad a la quietud de la levitación. Quien mirara por uno de los pequeños ventanucos del navío vería a su salvador, suspendido en el aire con un brazo extendido hacia ellos.<br />
<br />
Ya ha sido escrito. Y antes imaginado. No he sido yo, sino la pluma sobre el papel quien ha tomado la decisión. ¿Para qué plantearme nada? No hubiera habido diferencia alguna. Nunca jamás tomé una decisión.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-31813295276904676302018-09-26T17:24:00.000+02:002018-09-26T17:24:47.500+02:00Lastre<br />
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Llevaba demasiado tiempo esperando aquello. Junto a
él pendía un calendario con todos los días tachados, todos salvo el presente.
Su estómago, vacío tan de mañana, bullía incesantemente. No tenía hambre ni
esperaba tenerla. El día había llegado y él no parecía estar preparado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12.0pt; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Se
levantó en un esfuerzo sobrehumano. Al erguirse sobre la cama, notó con sus
pies la maleta junto a su lecho. Maleta que aún no sabía cómo había logrado
hacer la noche anterior. Dirigiéndose a la cocina, se autoconvenció de que
debía tomar algo, aunque sólo fuera un café para acabar de espabilarse. Debía
estar a la altura de aquel día, pues el momento había llegado. Sin embargo nada
en él parecía dispuesto para lo que estaba por llegar. La cama aún le llamaba,
podía oírla desde el otro lado de la casa. Aún pesaban sobre él las sábanas.
Sus párpados no parecían querer elevarse por mucho tiempo. Sorbió el café poco
a poco hasta que se hubo despertado del todo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; text-indent: 35.4pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: 12pt; text-indent: 35.4pt;">Abrió los ojos y se levantó.
De nuevo sus pies golpearon la maleta. La asió y cargó con ella, con las
sábanas, con sus párpados. Recorrió el túnel y entró en el avión. El día había
llegado.</span></div>
<br />Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-13706617172308031402018-08-17T18:00:00.000+02:002018-08-17T18:00:03.561+02:00Nudos en la gargantaExisten nudos de garganta, cerrándose tan fuertemente, que capaces son de retener cualquier cosa. No dejan escapar el aire, sólo resuellos que ni a formar palabras alcanza. No dejan pasar, más allá de su entuerto, ni la más mísera gota de sangre. Tus brazos se entumecen, tus muñecas dejan de responder y tus dedos ya no se mueven al son de sus pensamientos. Ese nudo retiene ante sí, cuan muro de acero, cada sentimiento, pensamiento y manifestación del alma que de tu cerebro brota. Detiene tus ideas hechas palabras, hechas de aire o tinta, mas palabras.<br />
<br />
Maldita sean esos nudos que paralizan, que silencian completamente. Ni tus labios se mueven, ni tus gestos expresan nada, ni siquiera puedes escribir lo que sientes, pese a tener las manos liberadas. Sólo tus ojos alcanzan a decir algo, vagamente. Son nudos que detienen aire, tinta y sangre. Que emponzoñan tu mente con pensamientos estancados que pronto serán olvidados.<br />
Bendita esa mano de gracia marinera que a desatar el embrollo llega. Que se aferra a tu garganta para devolver el flujo que ella mismo cortó. Que devuelve el aliento a tu boca, la pluma a tu mano y la sonrisa a tu rostro.<br />
<br />
Porque el río debe seguir su curso para correr claro y sereno, retén cerca tuya a esas sanadoras manos. Pues los nudos volverán y el ahogo con ellos, pero fluir el río debe, sin cese.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-46853963679224058592018-08-17T10:00:00.000+02:002018-08-17T10:00:04.498+02:00En calmaFrente a mí, inerte, el hombre al que acababa de matar. Mi cara reflejaba el dolor más agudo. Estaba fuera de mí, con los ojos desencajados, abstrayéndome de aquella escena. En mi interior permanecía sereno. Sabía que había sido en defensa propia y no tenía el más mínimo remordimiento por lo que acababa de hacer.<br />
<br />
Fingí como mejor sé, que no es poco. Fingí arrepentimiento, pesar y aflicción. Sabía que era lo que esperaban que sintiera, aunque mi mente siguiera calma.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-49228993339791821362018-08-16T13:29:00.000+02:002018-08-16T13:31:34.953+02:00Ese día te noté a mi ladoSupongo que hasta que no crezca un poco más, endurezca sus rasgos y pierda esa risueña cara, me seguirá recordando a ti.<br />
<br />
Era su cumpleaños y él pura energía. No cabía en su piel de la emoción, como cualquier niño a la tan corta edad de cuatro años. Ni dejaba al resto, ni paraba él de hablar. Todos disfrutaban de esa brisa de alegría en forma de sonrisa infantil en una familia que siempre ríe, por muy malos que sean los momentos. Y yo lo hacía el doble, porque no podía evitar ver tu mano sobre él. Un niño que no te recordará, que no te amará, que no te llamará tata; pero uno que te tuvo, que te amó y amaste, y al que cambiaste para siempre.<br />
<br />
<a name='more'></a>Y tu historia también se desvanecerá, cuando el resto de mentes que la vivieron contigo también se apaguen. Desaparecerá antes siquiera de convertirse en historia, como los recuerdos de ese tierno niño. Una historia de posguerra, hambre y sufrimiento, tan igual a mil otras y tan singular como sólo tú sabías vivirla. Debí vencer a aquéllo que me detuviera a plasmarla en trazos de tinta. A bajar la cabeza ante ti mientras te escuchaba, escribiendo, a ratos entre lágrimas, a ratos entre risas. Escribir y escribir, hasta componer la biografía de una desconocida que nunca nadie leería. Pero no lo hice y aún sigo sin saber por qué. Ojalá pudiera decir que para pasar cada segundo a tu lado, pero no sería cierto. Tú te ibas y yo seguía adelante, por desgracia. Debí entender que algo debía cambiar de ese silogismo y lo único humanamente posible era que yo me detuviese, por mucho que tú te empeñaras en demostrar lo contrario. Tampoco sé si es de lo que más me arrepiento de todo ello fue eso. Pararme a escuchar tus historias, como siempre solía, pero con tinta entre mis dedos, era realmente tentador, pero no sabía si lo correcto. Supongo que nunca lo sabré.<br />
<br />
Heme aquí y ahora, a un millar de millas de distancia de casa, usando palabras tan arcaicas como la que abre el párrafo con tal de enmascarar por un segundo que se me nubla la mirada pensando en ti. Porque, preparando el viaje, me he descubierto pensando en ti. A la única persona que ningún vuelo me puede acercar. La única que podría devolver la fuerza a mis entumecidos dedos, aunque sea a través de tan melancólica musa. Por ti he rescatado uno de los tantos escritos que tengo a medias, y aún no sé por qué, ni para qué. Ni si quiera si lo volveré a dejar sin acabar.<br />
<br />
Volviendo al niño y su sonrisa, qué lastima que nunca te recordará. No sé si su padre, al que sé de buena mano que tanto marcaste como a mí —como a tantos otros—, le hablará de ti. No sé si yo, desde aquí sin verlo apenas, podré hacerlo tampoco. Espero que sí, que ambos le hablemos, que sepa por qué sonreía cuando era chico, que sepa cómo te revivió por un momento, que sepa de tus paseos de aires inciertos. Porque tu historia no quedará en un libro, me temo.<br />
<br />
O quizá sí. Qué demonios, ¿por qué no? Tú ya no tienes voz, pero nunca estuviste sola. Hay un alma por ahí, tan parecida a la tuya, que a veces pienso si fue mentira eso que os dijeron de que sólo sois primas. Ella aún tiene voz, y seguro que no le importará usarla para traerte a la vida.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<i><br /></i></div>
<div style="text-align: right;">
<i><span style="font-size: x-small;">—Escrito durante mi estancia en Inglaterra, unos cuantos años atrás, y que ahora me decido a publicar.</span></i></div>
Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-63813936437051292382018-08-16T13:18:00.001+02:002018-08-16T15:38:51.464+02:00El mago que no sabía qué era la Cuarta Pared<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tengo 34 años,
pero acabo de nacer.</i><br />
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">No, no soy uno de
esos bebés que nacen arrugados y se van estirando, rejuveneciendo con el tiempo.
Soy un joven, un hombre con más tres décadas de existencia, pero hace unos
minutos ni vivía. Quizá como una incipiente idea, gestándose poco a poco hasta
dar forma a mi persona. Pero ser, lo que se dice ser, sólo soy desde que la
primera frase fue escrita aquí. Ni un segundo antes.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">A decir verdad, ésta
es sólo una forma simplificada de describirlo. En realidad no acabo de nacer,
sino que nací con 34 años. Nací, en pasado, pero sin especificar porque… bueno,
porque no me acuerdo la verdad. Pero heme aquí, lanzando mi historia para todo
aquel que quiera escucharla, aunque la conozca aún a trozos. Quiero contaros la
historia de una vida que nunca fue, salvo en las entendederas de un ser que ni
alcanzo a comprender. Tampoco hablé nunca con él, ni lo he visto, ni tengo
ninguna prueba física de su existencia. Nunca sabréis con absoluta certeza de
que está ahí, haciendo de titiritero de este joven monigote.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="tab-stops: 55.7pt;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Certeza que yo, sin
embargo, sí tengo.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Finjamos por un
momento que estoy loco de atar, que todo es producto de mi imaginación. Desde
luego, podría explicarse con multitud de dolencias de la mente. Creámonos, por
un instante, que nací hace algo más de 34 años.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mi padre fue un
prometedor auror del gobierno americano, con un espléndido futuro por delante,
hasta que se enamoró de una muggle. Por aquel entonces, en la comunidad mágica
estadounidense seguían estando mal vistas las relaciones entre magos y muggles,
además de quedar completamente prohibido su unión en matrimonio. Por ello mi
padre, por amor, dejó su vida y su carrera y viajó a Inglaterra, de donde era
su amante. Se casaron y fruto de su unión nací yo.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Supuestamente.</i><br />
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><br /></i>
<a name='more'></a></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Decidieron criar a su hijo Archie fuera de la magia, por
temor a posibles represalias del gobierno americano, por lo que desde entonces
adquirieron un modo de vida muggle. Se asentaron en una pequeña ciudad al
sureste de Londres y vivieron felices durante muchos años. Al menos hasta que
los fantasmas del pasado alcanzaron el futuro.</div>
<div class="MsoNoSpacing">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
No, no se trataba del gobierno americano, el cual
seguramente ni se preocupaba un instante por su ex auror — había más paranoia
ahí que realidad. El pasado era la magia y el futuro aquel niño, de unos diez
años de edad, que seguía sin conocer su existencia. Hasta que a su padre, harto
de ocultar su verdadero ser, decidió contarle todo, completamente todo; aunque
no se detendría ahí. Quería enseñarle, instruirle por su propia cuenta sin
contar con Hogwarts, a ocultas de una persecución que sólo existía en su
cabeza. Y puestos a empezar, eligió enseñarle animagia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">¿Animagia a un
niño? ¡Eso es ridículo! Se necesitan avanzadísimos conocimientos mágicos para
adquirir tal habilidad, menuda tontería… Pero si el señor-que-todo-lo-sabe dice
que pasó, pues habrá pasado. En fin. Sigamos.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
La animagia había sido una habilidad muy útil durante su
corta pero fructífera carrera como auror. Le tenía una estima especial, y
quería trasmitir ese legado a su hijo. Para ello, ideó un hechizo que pretendía
imbuir en su cerebro toda la base teórica y académica de la que carecía el
niño, con el resultado de… el resultado de… Bueno, digamos que no funcionó para
nada. La primera vez que lo intentó, eso sí, la cara de su padre se transformó.
Al pasar el efecto del hechizo, él lo miraba, [i]<i style="mso-bidi-font-style: normal;">me miraba como si viese a un fantasma[/i]</i>. Luego la madre haría lo
propio, echándose a sus brazos, sollozante, pero al comprobar aquel niño su
reflejo en el espejo, no pudo ver nada extraño en él.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;">
********************<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: right;">
<u>Expediente 31404JF — Hospital San Mungo de
Enfermedades y Heridas Mágicas</u><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Paciente de 10 años hospitalizado tras sufrir el efecto
adverso de un hechizo. Tal fue creado y efectuado por su propio padre. Tras el
experimento, el niño perdió la consciencia durante un segundo, pero luego se
desesperaría desorientado, según relató su padre. Asustado, echó a correr y
desapareció. Se alertó a la policía muggle y estuvo una semana en paradero
desconocido. Volvió por su propio pie y con síntomas de no recordar nada de lo
ocurrido en los últimos siete días.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Se deriva para su estudio psicológico.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;">
********************<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
La normalidad volvió poco a poco a sus vidas, aunque el
niño seguía sin entender qué es lo que había ido mal. Mostraba cierto interés
en la magia ahora, aunque en su casa seguía sin practicarse. Su lado muggle
tampoco era inerte: le gustaba la tecnología y siempre quería lo último de lo
último, aunque a menudo sus padres no se lo pudiesen costear.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
No tardó mucho su padre en querer intentarlo de nuevo, y
aunque el muchacho protestó al principio porque suponía que no funcionaría, al
final dio su brazo a torcer. La magia comenzaba a llamarle mucho la atención.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Esta vez su padre se transformó delante de él,
mostrándole su forma de oso por primera vez. Fue un reclamo que iluminó la cara
del niño, tras lo cual el ex auror, recuperando su humanidad y su varita,
verbalizó de nuevo su perfeccionado hechizo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
No resultó.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Cuando despertó, estaba solo en el bosque donde solían ir
a pasear juntos. No encontraba a su padre, así que decidió volver a su casa. No
estaba muy lejos de allí. Antes de llegar, dio con su padre. Exactamente, en el
último árbol del bosque, frente a la fachada de su casa, colgando de una soga.
El niño entró en pánico y gritó, alertando a su madre que aún no había
encontrado el cuerpo. Ella también gritaría, y luego ambos llorarían y para
entonces aquel muchacho, el pequeño Archie, creía haber perdido a su padre y a
la magia para siempre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
¿O quizá no?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;">
********************<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: right;">
<u>Expediente 31404JF — Hospital San Mungo de
Enfermedades y Heridas Mágicas</u><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
El paciente vuelve a ser hospitalizado tras un nuevo
incidente, debido a las mismas causas del primero. Esta vez la laguna mental y
su desaparición se alargaron a los tres meses. Fue dado por muerto por las
autoridades locales tras aparecer parte de sus ropas junto al cauce de un río.
El padre se suicidó tras su ausencia, viéndose culpable.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Se desconocen enteramente los efectos a largo plazo que
pueda haber adquirido el cerebro del paciente, pero se recomienda
encarecidamente su instrucción mágica. Debido a que las causas de sus heridas
son de esta naturaleza, conocer la magia le podría ayudar en un futuro. Se
seguirá su desarrollo de cerca desde Hogwarts. La enfermería del colegio y San
Mungo están dispuestos a colaborar estrechamente para ello.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: center;">
********************<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Al fin pudo ir a Hogwarts, al fin pudo aprender magia y
dar de comer a esa curiosidad tan hambrienta que había ido creando dentro de sí.
Lástima que tuviera que dejar sus estudios muggles, porque aquellos también le
fascinaban. No poder seguir estudiando sobre tecnología le hizo tomar las
clases de Estudios Muggles, para sólo decepcionarse: seguramente sabría mucho
más de la materia que el profesor que las impartía.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Archie fue un alumno promedio, aunque destacó en ciertas
asignaturas que le permitieron ingresar en la escuela de aurores. Quería, por
un sentimiento de culpa que no sabía dónde nacía, seguir los pasos de su padre.
Ahí fue donde realmente destacó, pero en última instancia se le prohibió llegar
a ejercer como auror. Algo sobre su perfil psicológico o no sé qué.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cualquier
tontería del que escribe, seguro. ¿Qué le va a pasar a mi cabeza? Si soy tan
avispado que hasta sé que alguien está escribiendo estas palabras ahora mismo.
¡Meh!<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Supuso un gran varapalo para el ya no tan joven Archie.
Tanto que se dedicó a viajar por todo el globo, a pesar de las negativas de su
madre, sin rumbo fijo ni billete de vuelta. Conoció mil y una culturas, mil y
una formas de realizar la magia, pero lo que más le fascinaba, era lo diferente
que cada una de ellas trataban a los no mágicos. Tanto que escribió sobre ello,
aunque nunca le publicaron aquel ensayo. ¿A quién le iba a interesar tanto la
vida de los muggles?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Pues sabía de algunos que quizá sí: los alumnos de
Estudios Muggles de Hogwarts. Dumbledore, consciente de su situación y sus
conocimientos, no dudó en rellenar aquella plaza vacante en su plantilla.
Fueron un par de años tranquilos para Archie, conoció a mucha gente interesante
y, aunque no había mucha afluencia en sus clases, con los pocos alumnos que
tenía compartía su entusiasmo por la cultura muggle.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
Todo aquello terminó de repente con la llegada de los
mortífagos. Archie, queriendo no inmiscuirse en la política ni hasta ese punto,
decidió en un principio seguir a lo suyo, pero luego los cambios fueron a más y
no tardó en no poder aguantar la situación. Un claro ejemplo, lo que hicieron
con su asignatura, que más parecía ahora una oda al odio muggle. Siguiendo la
senda de otros profesores, Archie pasó al exilio, tratando desde fuera de
ayudar en lo posible para restaurar la normalidad en Hogwarts. Para ello,
aprovechó una de sus visitas semanales a Hogsmeade, lejos de las miradas de los
mortífagos, para huir lejos de Howgarts.</div>
<br />
Al poco tiempo, su buen amigo Odiseo contactó con él y le indicó que existía un refugio donde se habían reunido todos los exiliados, tanto alumnos como profesores, para permanecer oculto a los ojos mortífagos. Bajo el amparo de aquel lugar, Odi acabó confesándole que pertenecía a una sociedad secreta llamada la Orden del Fénix, que entre otras cosas pretendía devolver a Hogwarts a su normalidad expulsando a los mortífagos que la dirigen. Ése era el aspecto, al menos, que atraía a Archie; para él la vida social o política no tenía sentido, pero sí que le dolía haberse quedado sin sus clases, sin sus alumnos. Motivación para entrar en la Orden, por tanto, no le faltaba. Ahora sólo necesitaba algo que aportar a ella.<br />
<br />
No tardó en tejer un plan, y sólo necesitaba poción multijugos y un buen partido de quidditch para llevarlo a cabo. A través de su infiltración en el encuentro, Archie pudo ponerse en contacto con un selecto grupo de sus más leales exalumnos, con los que concertó una cita para verse clandestinamente en Hogsmeade. Allí Archie les propuso a sus pupilos un plan algo peligroso, pero que sería de mucha ayuda para la Orden: un plan de espionaje en Hogwarts. Los jóvenes cómplices, Danny y Joshua, fueron pasando información sobre el colegio a su exprofesor, el cual usaba ésta para nutrir a la Orden de apoyo logístico. Al menos así fue por un tiempo, porque al cabo de unos meses dejó de tener noticias de Joshua, lo cual hizo preocupar mucho a Archie.<br />
<br />
Paralelamente, el exprofesor de Estudios Muggles inició sus estudios como animago gracias a la inestimable ayuda de Steven en el refugio y de su… llamémosle amigo Laith para el tema de la poción tan complicada que debía elaborar. Su suerte de obsesión por el búho de aquel film muggle llegó hasta el punto de no sólo poseer uno como mascota, no sólo materializarse en forma de su patronus, sino que también constituyó su forma como animago. Una forma, además, bastante práctica a la hora de pasar desapercibido. Aún está lejos de dominar la animagia completamente, pero poco a poco va consiguiendo avances. Eso mantiene ocupada su mente más allá de los problemas concernientes a su situación en particular y a la situación de la sociedad mágica en general.<br />
<br />
Archie ha mostrado su apoyo a la Orden del Fénix desde que entró en ella, ayudando en todo lo posible a hacer más llevadera la malograda situación de tantos fugitivos. Pero por mucho que conviva con el dolor que el nuevo régimen genera, nunca llegará a simpatizar con ese grupo de fugitivos que busca sembrar el caos a través del terrorismo. Nunca podrá justificar esos medios, por muy altos que sean sus fines. El cambio debe nacer desde la bondad y la paz, no a través de la guerra. El terror debe quedar sólo del lado de los mortífagos.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-72326513127368697662013-10-13T16:39:00.001+02:002013-10-13T17:08:17.144+02:00Una noche como otra cualquieraHabía sido una noche como cualquier otra: apuestas, bebidas, peleas y mujeres. La lluvia que descansaba sobre sus hombros era también como cualquier otra: fría y pegajosa. La casa donde se resguardaron era una entre tantas, como cualquier otra: sobria, sencilla y humilde. Y la situación, el juego de miradas, las frases inacabadas. La misma escena de tantas otras noches. Una noche como cualquier otra.<br />
<br />
Esa precisa noche, entre tantas otras, había jugado, pero no recordaba cuánto había perdido. Había bebido, pero la embriaguez lo había abandonado de golpe hacía ya tiempo. Había luchado, pero los moratones no palpitaban ni dolían, como los de otras noches. El agua sobre sus hombros parecía cálida, en consonancia con el resto de su cuerpo, aunque la habitación permaneciera aún fría.<br />
<br />
Y el interior de la casa brillaba de manera antinatural.<br />
<br />
<a name='more'></a>Buscó con la mirada perdida, intentando hallar la fuente de tan rara luz, hasta que sus pupilas se encogieron al clavarlas sobre las de ella. El entorno se enaltecía bajo su sencilla presencia: la sobriedad dejaba paso a la majestuosidad. La mujer frente a sí, a diferencia de tantas otras, había robado sus palabras, siempre prestas, con aquel beso. No había más juegos que el que sus ojos marcaban: la escena estaba escrita y ella era su autora.<br />
<br />
Conocía a la perfección el origen de la estampida que recorría su pecho. Incluso podría ser el motivo de que aquella noche, entre tantas otras, resultara tan conmovedoramente especial. Sentía algo distinto, algo esclarecedor, algo que con cuidados, agua y sol, podría echar fácilmente raíces. Pero sabía, desde el momento en que ocultó su verdadero nombre, que no volvería a verla jamás. Lo efímero de una sensación tan extrañamente profunda, ese era el motivo del tambor incansable que retumbaba dentro de sí.<br />
<br />
Y ella habló, aunque a oídos de él sonara como un encantamiento que lo hizo asentir casi al instante. Con su asertivo ademán, todo rastro de duda se esfumó, perdiéndose en la infinidad del húmedo aire al ritmo del traqueteo de la lluvia. Con ella, su mente se volatilizó también, embaucada por el susurro de la ropa al caer.<br />
<br />
Su vida se había convertido en un vórtice sin sentido, lleno de odio y rencor, de banales gestos y una superficial diversión que sólo enmascaraba por unas horas lo vacuo de su mundo. Solamente en el trabajo lograba calmarse. Era en esos momentos cuando su alrededor se detenía, todo ocupaba su lugar y se mostraba nítido. Tan sólo sumergiéndose en sus labores lo había conseguido, hasta aquella noche.<br />
Si desviaba su mirada, ahí estaba, el paisaje arrancaba de nuevo y todo se tornaba borroso. Pero allí, inmerso en el verdor de su mirada, todo dejaba de girar. Su mente se despejaba, así como su visión. Todo se hacía claro bajo sus ojos, aun cuando estos parecían encontrarse bajo el embrujo de la fugacidad del momento. Quería hablarle, quería decirle cómo se llamaba y por qué había mentido en ello. Quería preguntarle a ella su verdadero nombre y acabar con el aroma tan perecedero que envolvía a sus cuerpos. Quería asirla firmemente, agarrarla entre sus brazos para no dejarla ir jamás, pero sabía que sería un esfuerzo tan vano como el intentar atrapar una palabra o una sonrisa. Temía, además, que si apartaba de ellos ese aura, si tiraba de ella hacia abajo, hacia la realidad del mundo, todo acabara tan bruscamente como había comenzado. Por eso no dijo nada, se forzó a ello, dirigiendo sus labios a otros menesteres.<br />
<br />
Besó cada rincón de su cuello, cada resquicio de sus hombros, apartando tela y cabellos conforme recorría tan dulce camino. Su piel se mostraba cálida bajo sus labios, pese a lo mojada que aún permanecía. Era su suavidad lo que parecía haberlo sellado a ella, no pudiendo recuperar el control de su lengua hasta que no se hubo saciado con su dulzor.<br />
<br />
La miró a los ojos de nuevo, mostrándole una sonrisa tan natural y sincera como si la conociera desde hace años. Y por un momento, el tiempo que pudo resistir sin volver a paladear el almíbar de su piel, le pareció que era cierto. Ella y él se habían criado juntos, habían jugado por las calles del barrio desde que tenían uso de razón. Habían crecido viéndose a diario. Sus personalidades se habían forjado al mismo tiempo, y en cierto modo dependían la una de la otra. Eran así, y no de otra manera, porque habían compartido una vida. Sólo así se podría explicar la facilidad con la que ahora él la miraba, firme y sin vacilar. La confianza con la que sus labios se deslizaban sobre los de ella. La firmeza con la que él la acercaba hacia sí.<br />
Esa sensación agitó su columna por un instante, en un pasajero escalofrío. Porque nada de aquello era cierto, aun cuando sus gestos y acciones dijeran lo opuesto. Aun cuando la mirada que se clavaba en sus dorados ojos indicara que así fuera. Aun cuando esa sala, aquel momento y el vibrar de esos dos cuerpos gritaran lo contrario.<br />
<br />
Despejó su mente, por enésima vez en esa noche, cediendo al deseo. No había cabida ahora para las dudas, ni en su cabeza ni en su cuerpo, por lo que la primera dejó el control al segundo, acomodándose para degustar cada matiz del viaje.<br />
Sus manos se movieron ágiles, prestas a situarse en la cintura de ella y atenazarlas con dulzura. La elevó con gran facilidad, la misma que usó para abrir hueco con su mentón entre sus cabellos y las vestimentas que aún cubrieran su camino. Despejó el camino a su boca, que volvió a hundirse en el arco de su clavícula, aunque pronto quedara atrás.<br />
<br />
Sus brazos se situaron hábilmente en su baja espalda, apoyando ésta sobre sus antebrazos para hacerla descender tan suave y sosegadamente como había se había elevado. Esta vez su cabeza acompañaba al delicado cuerpo de ella, por los que sus labios podían detenerse y explorar la zona, moviéndose hacia los lados y ordenando a los dientes que tantearan el terreno de tanto en tanto. Él la posó sobre el piso con deferencia, tan calmadamente que le llevo su buen tiempo. Aunque nada importaba, mientras sus labios continuaran saboreándola, sus movimientos podrían demorarse décadas.<br />
<br />
Pausó su festín un instante, como tomándose un respiro para afrontar con el debido temple el dulce bocado que le auguraba. Aprovechó para mirarla y contemplar también los efectos que sus movimientos habían despertado en ella. Sus manos se liberaron de su espalda y recorrieron sus costados mientras él procuraba no desviar su mirada de los labios y ojos de ella. Aunque se antojaba una hazaña difícil. Pero disfrutaba con aquello tanto como catando cada resquicio de su piel. Mientras jugaba con su boca, la respiración entrecortada y acelerada de ella había supuesto la banda sonora perfecta para su pequeño viaje. Ahora trataba de hacer como si nada pretendiera, moviendo sus manos quedamente mientras la observaba. Parecía no prestar atención a esas partes de su cuerpo que la acariciaban.<br />
<br />
Tanto se recreó en ello, que se dispuso a reprimir un poco más su deseo en pos de aumentar el de ella. Quería comprobar la excitación que había evocado en ella. Es más, ¿por qué tenía que continuar? Si continuaba, aquella noche, esa noche entre tantas noches, llegaría a su fin. “¿Por qué tiene que acabar”, pensó. Y con ello volvió ese agridulce sentimiento.<br />
<br />
“Y si ella fuera la que… ¿por qué dejarla ir?”<br />
<br />
Por enésima vez, más una, despejó su mente y la dejó desparramarse sobre los besos de ella, cediéndole momentáneamente el control de su cuerpo. Y de su vida, si así ella se lo hubiera pedido en aquel preciso instante.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-82455456879423779982013-05-29T21:21:00.000+02:002018-08-18T16:11:46.858+02:00El bardo que solo a la luna llena cantaba<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Su hogar siempre fue el camino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Sus padres pertenecían a una troupe
itinerante de artistas que formaban una gran familia. Nunca había conocido el
calor de una casa, ni la amistad duradera, pues no permanecían en un mismo
lugar más de una semana. En carromatos, visitaban pueblos a lo largo y ancho de
Inglaterra y ofrecían sus espectáculos. Tenían un mecenas noble que le servía
de acreditación para actuar por todo el país, pero aún así no gozaban de buena
reputación. Se dedicaban a actuar en espectáculos sobre obras clásicas, en
tocar en tabernas y fiestas populares, pero seguían cargando sobre sus hombros
la inmerecida mala fama de liantes y estafadores que muchos falsos músicos
itinerantes le habían otorgado.</span><br />
<br />
<a name='more'></a><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;">Jaskier aprendió a cantar y tocar el laúd
casi antes que a hablar. Sabía larguísimos discursos y conversaciones que debía
memorizar para las actuaciones. Su vida giraba en torno a los escenarios, el
teatro y la música. Era incapaz de concebir una vida sin ella: sin música no
era más que un cascarón vacío.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Si con la mala fama acumulada a lo largo de
los años no fuera suficiente, la troupe itinerante de Jaskier ganó un nuevo
enemigo, mucho más poderoso que las miradas furtivas y desaires de los
pueblerinos. Uno de los sectores más conservadores de la iglesia anglicana
comenzó a ver con mal ojos la labor de estas compañías de músicos. Consideraban
herejía la mayor parte de su repertorio e inadecuado, como poco, el resto. Por
ello, por esa época, comenzaron una persecución religiosa en contra de estos grupos.
Al principio fue una operación casi furtiva, pero cuando las piras donde
quemaban a brujos y herejes se acumulaban en los caminos, conforme fueron
ganando simpatizantes entre el pueblo llano, ese sector de la iglesia fue
ganando poder hasta llegar a no ocultarse nunca más.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Con lágrimas en los ojos tras haber visto
arder a la mitad de su troupe, Jaskier consiguió escapar con la ayuda de sus
padres. Estos no pudieron acompañarle y el joven no quiso abandonarlos, pero el
miedo lo poseyó cuando descubrieron la huida, echando a correr sin mirar atrás.
Pasó semanas en los bosques, evitando los caminos principales. Malnutrido y
harapiento, cuando hubo pasado suficiente tiempo y había logrado poner
suficiente distancia de por medio, Jaskier se aventuró a abandonar los terrenos
lacustres y buscar cobijo en alguna ciudad antes de que llegara el invierno.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Sin música con la que canalizar toda su
tristeza, ocultó en lo más profundo de su ser la desgracia que le acababa de
acontecer, enterrándola bajo gruesas capas de falso olvido. Como si fuera una
mera sombra de sí mismo, vagó por las calles de una ciudad costera que lindaba
con Londres, sobreviviendo como pudo. Recuerda aquella fase de su vida como una
pesadilla inusualmente larga; todo es neblina y nada puede recordarse
nítidamente. Aprendió a robar por necesidad. Pedía limosna y de vez en cuando
visitaba alguna iglesia que sabía repartía lo que les sobraba a los sacerdotes
de comer. Malvivió durante dos años y medio, sin ningún propósito en la vida
más que la férrea voluntad de permanecer vivo. Seguía recordando en sueños las
caras de los soldados de la iglesia que lo habían capturado y los fantasmas de
su familia en llamas se les seguían apareciendo, no siempre mientras dormía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Lo inevitable llegó. Por muy cuidada que
tuviera su habilidad de robo, en épocas de necesidad no le llegaba lo suficiente
con lo poco que conseguía pidiendo, por lo que tenía que aumentar la cantidad
de pequeños hurtos que cometía. Fue cuestión de probabilidad que lo acabaran
sorprendiendo en mitad de uno de sus intentos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">El noble se apartó de él y llamó a los
guardias, que no tardaron en llegar. Jaskier corrió por las calles que tenía
casi memorizadas en su mente, pero la guardia no le perdió el rastro. En los
cortos instantes que se permitía mirar a sus persecutores, el joven veía los
rostros de los soldados religiosos que le perseguían en sueños. Sumido en la
profunda convicción de que aún lo perseguían por herejía y brujería, pese a que
aquellos hechos estuvieran más que olvidados, Jaskier siguió huyendo. Estaba seguro
que lo identificarían y llegó a la resolución de que debía abandonar la ciudad
y el país. Escabulléndose entre bultos, con las habilidades de subterfugio que
una vida en la mendicidad y el pillaje le habían otorgado, se coló de polizón
en uno de los barcos del muelle. Dejó en manos del azar su próximo destino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Por una vez en su corta vida, la suerte le
sonrió. Podría haber entrado en un buque de guerra o en un barco de
contrabando, pero se topó con un navío mercante que iba a Nuevo Mundo. Por
ello, cuando acabaron por descubrirlo, no lo echaron por la borda o apresaron,
sino que lo enrolaron en la tripulación como mozo. Aunque le destinaron los
peores y más escatológicos quehaceres, Jaskier se sintió a gusto por primera
vez en años. Tenía comida suficiente para no pasar hambre, dormía en una dura
litera, pero suave como lecho de plumas comparado con los tejados de la ciudad.
El viento fresco y salado, la inmensidad del mar y el largo viaje a través de
los océanos despejó una parte de la mente que había quedado dormida,
arrastrando con ella algunos fantasmas de su pasado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Había identificado entre la tripulación
alguien que, como él, no parecía un marinero. Quizá la mejor prueba es que se
pasó casi la primera semana de travesía echando por la borda más de lo que
conseguía retener en el estómago. Algo le era familiar en aquel viajero, pero
no alcanzaba a averiguar qué. Una noche de cielo despejado, cuando Jaskier
estaba demasiado cansado hasta para dormir, se encontraba observando las
estrellas en cubierta. El mar estaba en calma y parecía sumido en un amplio
silencio. Y de pronto, como si los ángeles despertaran de su letargo, un laúd
comenzó a sonar. Ni tan siquiera giró la cabeza para localizar su origen, en el
fondo ya sabía quién lo tocaba. Simplemente se quedó quieto, dejando escapar
una lágrima mientras miraba el firmamento, conforme cada acorde que el músico
rasgaba le traía un pequeño trozo de su sepultado dolor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">A la mañana siguiente se sintió más vivo que
en mucho tiempo. Había recuperado su tristeza, pero ahora sabía cómo
combatirla. La música había vuelto a su mundo. Y de pronto lo vio todo claro.
Si algo conseguía devolverle las ganas de vivir, sería la música que le dio
vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Al aproximarse a las costas del Nuevo Mundo,
el barco mercante fue asaltado por un navío pirata. Estaban lo suficientemente
cerca de la costa como para que Jaskier no se lo pensara dos veces y saltara
por la borda para alcanzar a nado la playa. Su nueva vida comenzaría en la
primera ciudad que encontrara.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<b><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">******************<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<i><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">“Yo te maldigo ante los dioses, una y cien
veces.<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<i><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Que tu música solo sea oída por la luna
llena,<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<i><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">que tus aullidos la busquen en las noches
negras.<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<i><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Yo te maldigo ante los dioses, una y mil
veces.”<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Lo último que se le cruzó por la mente antes
de perder el conocimiento fue un comentario satírico, una broma que no pudo
pronunciar: “Y ahora poesía. Genial”. Y es que como todo buen músico itinerante
que se precie, a Jaskier la poesía le parecía tan manida y vacía como una
comida sin especias. Las rimas debían acompañarse con las melodías de una dulce
voz, con los acordes arañados a un laúd, todo el mundo lo sabía. Pero aquello
no era poesía, aquello era algo que escapaba a su conocimiento. Algo que
suponía el fin de su vida tal y como la había conocido hasta ahora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<b><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">******************<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Los harapos que le habían dejado en el barco
mercante poco le duraron. Nadie en su sano juicio emplearía a un andrajoso como
él, ni para el más bajo de los trabajos. Le gustaría que escribiera que no robó
más desde que abandonó Inglaterra, pero lo cierto es que al principio tuvo que
adquirir algo de dinero para invertir. Robó poco, lo justo, no quiso
arriesgarse. Una vez consiguió ropa decente, un buen afeitado, un corte de pelo
decente y dejar de oler a estiércol, se dispuso a buscar algún trabajo de poca
monta. Estuvo así semanas, pero lo que conseguía apenas le daba para vivir.
Poco a poco comenzó a darse cuenta de que le sería imposible ahorrar lo
suficiente para comprar un laúd, aunque fuera de segunda mano. Sin él, su carrera
como bardo estaría acabada antes de empezar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">También tenía claro que no quería robar, así
que se le ocurrió una idea que solo un artista de troupe podía llevar a cabo.
Ya había localizado un pequeño local con algunos artículos de empeño. Allí
había un laúd no muy lujoso, pero que llenaría las tabernas fácilmente. Sin
embargo no podía robar un laúd como si fuera un saquito de monedas. Es fácil,
con la práctica, deslizar la mano bajo las ropas de un despistado transeúnte y
sutilmente descolgarle la bolsa. Antes de que su víctima pudiera girar la
cabeza, Jaskier ya podía tenerla oculta y estaría saludando con un ademán
educado al pasar junto a él. Pero con el baúl no le valían esas tretas. Tendría
que ser más creativo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Había elegido sus mejores ropas para el día
del espectáculo. Aunque estaban un poco gastadas, podría parecer el hijo de
algún ricachón heredero que, simplemente, ha tenido un duro y agotador viaje.
Se plantó frente a la puerta, respiró hondo mirando al piso y se sumió en su
papel. Entró con mentón erguido y paso distinguido como si poseyera aquel
establecimiento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿Qué va a ser? — preguntó el tendero con
desgana, sin siquiera levantar la cabeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿¡Qué va a ser!? — imitó Jaskier, con su
mejor acento noble. — ¿Quieres decir con eso decir que no está listo? <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Sonaba irritado. Quizá esa fue la señal que
finalmente hizo al dueño del local levantar la vista. Su rostro pareció cambiar
al instante. La pose erguida, la resolución que solo el hijo mimado de un noble
podría tener, la ira que sus ojos centelleaban. Jaskier sabía cómo trataban a
la plebe las clases altas, lo había sufrido en sus propias carnes en sus
angustiosos días en la ciudad inglesa. Y sabía cómo reaccionaban a dicha
prepotencia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— Yo- yo... — balbuceó. — No sé si...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿Acaso no sabe quién soy? — se llevó una
mano a la cara sin esperar que respondiera. — Vengo a por mi laúd. No me diga
que después de un mes entero no lo tiene aún arreglado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— No sé... — aquel tipo dudó y se calló. No
tenía ni idea de qué hablaba el joven, pero sabía que no quería llevarle la
contraria a alguien tan influyente como el que tenía delante. — No está listo
señor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿Con qué se supone que tengo que practicar
ahora? — preguntó, al borde de la cólera. — Vengo de un viaje larguísimo, — Se
señaló sus ropas, probando sus palabras. — ¿y me estás diciendo que ahora no
podré practicar, después de tanto tiempo sin hacerlo? Tengo los dedos
entumecidos, debería estar tocando hace horas para no perder...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— No tengo su laúd. — interrumpió. Querría
haber dicho que “ni lo tendría jamás”, pero ni siquiera pudo aguantarle la
mirada a Jaskier tras interrumpirle. — Pero podría practicar con ése.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">El tendero señaló al laúd de segunda mano que
había en el expositor. Jaskier se volvió con cara de pocos amigos, como
diciéndole a aquel buen hombre que no era tiempo para bromear. Era un buen
laúd, pero no tanto como para las delicadas manos de un noble.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿Hablas en serio?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— Mientras acabo el arreglo del suyo, señor.
— se apresuró a añadir. — ¿T-tiene el resguardo? — Jaskier abrió más aún los
ojos. — Para comprobar de qué laúd se trata.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— Venga ya. No irá a decirme que en esta
tienducha alguien más le ha dejado tan buen instrumento para que lo arregle. —
Su tono había cambiado completamente. Parecía incluso bromear. — Me llevaré
este para practicar, pero si me rompo un dedo, mandaré a que le rompan a usted
dos. — “¿Entendido?”, gritaba su mirada. — En tres días vendré con esta basura
y su resguardo para recuperar mi laúd.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿No va a pagarlo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Jaskier ni se molestó en pararse para
contestar, pero tampoco nadie le detuvo el paso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<b><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">******************<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">La vida le sonreía. Desde su más temprana
infancia hacía que no se sentía tan bien. El recuerdo de sus padres seguía ahí,
formaba parte de él, pero había conseguido retomar su vida aunque la hubiera
postergado tantos años. Al principio vivía un poco de las propinas, tocando en
distintas tabernas de un grupo de pueblos cercanos a la costa. Pero poco a poco
su excepcional música le fue abriendo puertas. Consiguió caer simpático a un
posadero que le ofreció uno de sus peores cuartuchos a cambio de que tocara
asiduamente en su local. También podría comer allí. Eso le propició mayor
libertad para componer y moverse por otros lugares.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Pronto lo conocieron por Jaskier
Dedosligeros, o Dedosligeros simplemente. Jaskier no podía evitar reír para sí
cada vez que escuchaba aquel sobrenombre: parecía que elogiaban su pericia al
robar, más que al tocar el laúd. Viajaba mucho, repartiendo su música por las
distintas islas del Caribe, cuando le concedían permiso en la posada. Estos
permisos eran hasta de semanas a veces, ya que la enfermedad del dueño le obligaba
a cerrar el local muchas noches.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Había llegado a una pequeña isla donde solo
había unas pocas y aisladas aldeas. El resto de la superficie estaba ocupada
por largas extensiones de jungla donde los salvajes residían. Aún así, aquellas
pequeñas aldeas eran el único nexo de unión con la civilización y hacía mucho
que los salvajes y los aldeanos habían perdido el miedo mutuo, aunque seguían
tratándose el mínimo indispensable. La semana que estuvo en aquella isla, Jaskier
se cruzó un par de veces con una joven salvaje de hermosura tan natural que
ensombrecía a cualquier pueblerina de los alrededores, aún sin maquillaje ni
ostentosas vestimentas. El joven pelirrojo la había sorprendido mirándole un
par de veces mientras tocaba en la plaza del pueblo, una de esas canciones
subiditas de tono que tanto gustan a los aldeanos. No tardó en centrar su
atención en ella y al cabo de un par de días la hubo cortejado, ayudado por la
inocencia de la joven salvaje.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">El romanticismo rodeaba a la vida de un
bardo, pero nunca llegaba a tocarlo. Eran muchas las que cedían a los encantos
de su dulce voz y su asombrosa habilidad con el laúd. Después de tocar había
despertado tales sentimientos en las mujeres del lugar que no le era complicado
vivir un romance cada vez que viajaba. O dos. Pero no eran más que banales
relaciones que duraban días, a lo sumo. Aunque hubiese querido no podría haber
tenido alguna relación estable dado la intensidad de su trabajo. Si lograra
encontrar un mecenas que lo avalara podría relajarse un poco y pensar en
plantar cabeza, pero su lengua no paraba de meterle en problemas, espantando a
los pocos ricachones que se le acercaban. En definitiva, de efímeros romances
vivía y aquella ocasión no iba a ser distinta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Lo salvajes, por el contrario, tenían otra
manera de ver la vida. Cuando el padre de la joven, que resultó ser el chamán
de la tribu, se enteró de sus encuentros, intentó ser comprensivo y propuso unir
a los jóvenes en una especie de arcaica celebración de matrimonio. Con este
propósito, aunque ocultándoselo, la joven salvaje guio a Jaskier hasta su
tribu. Éste la siguió, pensando que sería algún otro juego, que irían a buscar
la privacidad de la jungla. Se paró en seco cuando vio adónde se dirigía. Tras
unas pocas palabras dulces de la joven, Jaskier cedió y continuó su camino
hasta el centro del asentamiento salvaje, donde parecía que toda la tribu se
había reunido. Aunque quizá siguiera caminando al ver los guerreros que se
acercaban para escoltarlos y no por complacer a la joven.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿Preparado para unirte a Pentha ante los
dioses? — preguntó con un marcado acento. El chamán y padre de la joven parecía
no querer andarse con rodeos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿Disculpa?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— Dioses aquí para unir vuestras almas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— ¿Estás de coña? — rio, comprendiendo
finalmente. Toda la tribu enmudeció.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— Tú deber vivir con Pentha, dar hijos y
servir tribu. — añadió el chamán, reuniendo la poca paciencia que le quedaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— Ni hablar. — contestó Jaskier seriamente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Tiró de la mano de la joven que le sujetaba
la muñeca y dio un par de pasos hacia atrás. Casi al unísono, una perlada
lágrima recorrió la oscura mejilla de Pentha, pues sabía qué significaba aquel
desaire en un lugar sagrado como aquel.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">— Tú insultar nuestros dioses. — dijo el
chamán mientras hacía un ademán para que los guerreros detuvieran la torpe huida
de Jaskier. Parecía esbozar una sonrisa divertida, como si esperara aquella
resolución de los acontecimientos. — Ahora necesitan sacrificio, dioses enseñar
a ti su ira.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Al caer la noche se encontró atado a un
tronco en el centro de un círculo que habían dibujado los ayudantes del airado
chamán. Bailaron en torno a él, bebieron extraños brebajes y lo escupieron
sobre su capa verde. Siguieron danzando durante horas hasta que el padre de
Pentha se le acercó, ataviado con sus vestimentas de brujo. Durante sus viajes
había aprendido lo suficiente de aquel primitivo lenguaje como para entender el
hechizo que tendió sobre él.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Tras aquel extraño poema, Jaskier había
perdido el conocimiento. Despertó en el mismo lugar donde se había realizado
aquel ritual, pero estaba desatado. Un rápido vistazo al cielo para localizar
la luna llena le indicó que aún quedaban un par de horas para el amanecer.
Supuso que Pentha se había apiadado de él y lo había liberado cuando todos
dormían, pero no estaba dispuesto a comprobar su teoría sino a abandonar la
jungla bajo el amparo de la noche lo antes posible. Recogió su laúd que había
dejado a las afueras del pueblo, se ajustó su capa en torno a su cabeza para
mimetizarse con el entorno y corrió como si le persiguiera el demonio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">No llegó muy lejos. Cuando la luna se ocultó
para dar paso al sol, Jaskier cayó al suelo. Una repentina punzada de dolor le
recorrió cada músculo de su cuerpo, tan intensa que volvió a desmayarse. Se
despertó envuelto en un millar de fragancias y distraído por los sonidos de la
jungla que ya no eran un mero murmullo en sus oídos, sino una sinfonía alta y
clara. Fue a echar mano a su laúd, pero lo que se posó sobre la madera de éste
fue una zarpa blanca y rojiza. Dio un salto al instante, asustado, pero su
asombro aumentó aún más cuando vio cuánto se había elevado en el aire y el poco
esfuerzo que le había costado. Aterrizó sobre cuatro patas, tremendamente
confuso. Trató de erguirse y correr, pero trotó sin levantarse del suelo y salió
huyendo. Encontró un pequeño charco donde se asomó, descubriendo su nuevo
rostro. De pronto lo comprendió todo. Las palabras de ese torpe poema se
repetían vertiginosamente en su cabeza, una y otra vez, hasta que casi
enloqueció y corrió de nuevo. Volvió junto a su laúd, esperando encontrar sus
ropas además de éste. Sin embargo su capa había quedado reducida al pañuelo que
rodeaba su peludo cuello y el resto de sus prendas parecían haberse esfumado.
Entre sus fauces posó su instrumento, con la misma delicadeza que lo hubieran
hecho sus entrenados dedos, llevándolo y guardándolo en el vacío tocón de un
árbol que encontró.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Corrió, o más bien galopó, hasta donde había
despertado horas atrás, pero no encontró nada salvo el árbol al que había sido
atado. Ya estaba bien entrado el día y aquella tribu se movía por toda la isla,
por lo que no fue extraño no encontrarlos allí. Jaskier los buscó durante días,
incansable, sin pararse a buscar algo que comer, pero no había ni el más mínimo
rastro de ellos. Se habían esfumado de la isla, o eso pensó el cachorro de
pelaje rojizo cuando, rindiéndose, puso rumbo a la costa. A la civilización.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<b><span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">******************<o:p></o:p></span></b></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">No es que aquello tomara por sorpresa a Jaskier,
pero un perro que habla no es bien recibido en ninguna parte. Pronto aprendió a
callar y comportarse como un perro más del lugar, obteniendo como premio a su
buena conducta algún alimento de vez en cuando, por parte de los aldeanos.
Continuaba viajando a menudo al interior de la isla, en busca de la tribu de
Pentha, pero no había conseguido encontrar ni la menor señal de que siguieran
en la zona. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Pronto aprendió a cazar, aunque quizá esa sea
una errónea forma de describirlo. Más bien se dejó llevar por sus instintos
animales y comenzó a buscar la carne fresca en la jungla, desdeñando las sobras
de los pueblerinos. Conforme el tiempo pasaba, su lado salvaje se adentraba más
en su mente y Jaskier, sin voluntad de vivir, se dejaba llevar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit; mso-ascii-theme-font: major-latin; mso-hansi-theme-font: major-latin;">Los años pasaron y Jaskier ya había viajado
por varias islas, colándose en los navíos. Buscaba algún hogar caliente en las
noches de invierno, comida y, por último en su lista de prioridades, la
solución a su gran problema. Solo en los momentos de lucidez, cuando el humano
que llevaba dentro recuperaba el dominio sobre sí, investigaba como podía,
intentando encontrar la manera de eliminar la maldición que habían impuesto
sobre él. Pero esos momentos eran cada vez más escasos. Ya no hablaba, aunque
fuera solo, para seguir recordando el sonido de su voz. El perro tenía dominio
casi total sobre sí. Con el paso del tiempo, hasta razonaba como tal y las
noches de luna llena que pasaba como humano no eran más que recuerdos lejanos,
casi oníricos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
</div>
Por aquel entonces, cuando la verdadera aventura de su vida está a punto de comenzar, Jaskier había olvidado quien era y vagaba sin esperanza por el Caribe. Solo un giro del destino podría recordarle que seguía habiendo un humano bajo tanto pelaje, sino su maldición habría surtido efecto y, poco a poco, habría acabado con la vida el bravucón Jaskier: el bardo que ya solo cantaba a la luna llena.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-57650294911438867072013-02-22T05:35:00.000+01:002013-02-22T05:35:58.678+01:00La cama de los horroresCon el corazón encendido en miedo, se introdujo entre las sábanas. Miedo, no a dormir y olvidar, sino a despertar. Miedo a cerrar los ojos y dejar de soñar.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-86998320035798987432012-11-01T22:17:00.001+01:002012-11-01T22:19:04.974+01:00Damocles invisibleBajo aquel estrés constante que pendía sobre la Guardia, la atención y esfuerzo de los soldados se centró en su rol vital y principal: la defensa del débil. En esas circunstancias, con la concentración focalizada fuera de las murallas del castillo, nadie podía sospechar, menos averiguar, que algo se urdía en su interior. Con el amparo de los fatigados soldados, ocupados en otras preocupaciones, poco a poco se fue forjando una pesada y lustrosa Espada de Damocles, tan vigorosa y henchida de poder, que incluso aun pendiendo sobre la cabeza de quien lo hacía, su descenso se antojaba implacable. El destino del Reino, el aciago sino de la Guardia y de su máximo mandatario, se tejía con cautela y precisión en las mismas entrañas de aquella tierra, sin la sospecha de ninguno de sus habitantes.<br />
<div>
<br /></div>
Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-77980069909912581672012-10-22T00:46:00.000+02:002018-08-16T23:03:58.050+02:00De tambores y otros corazones<i>“Pum, pum. Pum, pum.”</i><br />
<br />
Seguía tamborileando.<br />
<br />
<i>“Pum, pum. Pum, pum.”</i><br />
<br />
Por más que se esforzaba, no parecía querer aminorar.<br />
<br />
<i>“Pum, pum. Pum, pum.”</i><br />
<br />
<a name='more'></a>Hacía una eternidad que había abandonado el refugio de un techo. Tan mojado se encontraba que la lluvia ya se sentía parte de él. Perderse, como ella, se le antojaba ahora como el mejor de sus sueños. Escurrirse por la arcilla del terreno, ir a parar a un lago o un río y continuar su camino, dejando todo atrás sin pensarlo dos veces.<br />
<br />
Sea lo que fuere lo que le había poseído instantes atrás, aún tenía entre sus fauces su corazón que repicaba sin cesar, imitando el ritmo de la lluvia con cada gota que iba a parar sobre su piel. Cada vez que rememoraba el precipitado gesto, el furtivo beso y las vanas escusas antes de huir, él se encogía más y más sobre sí. Sólo la dulzura de los labios de ella que aún remanaban de entre los suyos, le hacía sonreír y erguirse de nuevo. Pero de nuevo le azotaba la vergüenza y su espalda se arqueaba nuevamente, fijando su mirada en el cieno. La tierra se le presentaba ahora más inspiradora que el cielo.<br />
<br />
Su mente intentaba ordenar a sus piernas, pero el tambor incesante de su pecho lo mantenía anclado bajo aquel árbol. La vaga esperanza de que el ensueño fuera compartido y no sólo lo embriagara a él se esfumó a los pocos minutos, cuando dejó de observar la casa que había abandonado y de donde esperaba verla acercarse.<br />
<br />
— “¿En qué diablos estabas pensando? ¿Qué se te ha pasado por la… por qué saliste corriendo? ¿¡Eso lo va a arreglar!?” — Ni siquiera su voz interior lograba aclararse. — “¿Qué demonios pasa contigo?”<br />
<br />
Durante su corta huida había creído que el corazón se le saldría del pecho, impaciente por escapar de él y buscar un habitáculo más calmo. La brisa fría, la lluvia y la meditación habían sosegado su espíritu durante aquel período de tiempo que no habría sabido calcular. Un sonido, un pequeño crujido, lo hizo volver al anterior estado de excitación. La estampida volvió a su torso cuando el chirrido de la madera de la puerta se hizo notar sobre el estruendo de la precipitación, implorando a sus pies que volvieran a huir, pero no se movió.<br />
<br />
Su pálida tez manifestaba luz propia. Su argénteos cabellos, mecidos a merced del viento, desafiaba por momentos la lluvia y la oscuridad, cuan lucero del alba. “Un ángel. Un ángel en el mundo de los Dioses de la Muerte”, pensaba él. “¿Habría visión más hermosa?”<br />
<br />
Ella se movió con gracia, rozando el terreno con delicadeza en una caricia danzante. Los pequeños faroles dorados bajo aquel árbol, siguieron la trazada de su cuerpo bajo la lluvia, abstraído en la belleza de su silueta y la sutileza de sus pasos. La visión inocente y angelical fue relegada por el fuego de lo carnal, gracias en parte a las caladas telas violetas y al caprichoso viento que las mecía. La generosa figura de ella fue trazada frente a sus ojos, en violeta y blanco, por los dioses de la tormenta sobre el oscuro lienzo de la noche. Para cuando estuvo frente a sí, él simplemente no supo qué decir.<br />
<br />
Desconocía que llegó a pronunciar ella, justo antes de encogerse junto a él, pero estaba seguro de que fue su cálida voz quien lo despertó del gélido ensueño de la lluvia y no el manto que ella había colocado sobre sus hombros.<br />
<br />
El escenario se repetía, cieno y lluvia, lo mugriento y lo inmaculado. Idéntico paisaje, idénticos protagonistas pero tan distinto palpitar, tan dispares emociones. La lluvia sobre el estanque, el techo y el árbol, el susurro del viento, cada vez más violento; y de nuevo ese tambor que resonaba tan cerca y tan lejos: todo quedó en silencio. En su derredor, todo se detuvo. Las ramas del árbol dejaron de mecerse, curiosas. La lluvia se sostuvo en el aire, observando. El estanque dejó de crepitar y ondularse, expectante. El tiempo se deformó en el preciso momento en que sus rostros se fundieron. Enredó sus dedos en el telar nivio de sus cabellos, acariciando su cabeza mientras la atraía, más y más, hacia sí. Se dejó mecer en aquel largo, largo beso en el que ni podía ni quería averiguar dónde acababa su vibrante cuerpo y el de la bella dama daba comienzo.<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
**************************</div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<i>La tormenta había quedado atrás, el tambor había cesado su repiqueteo. Los brazos, hastiados del esfuerzo por sobrevivir, se negaban a obedecer. Por unos instantes nadie arrió las velas y el navío se meció a voluntad de la mar, dejándose hacer por la brisa que le acariciaba.</i><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
**************************</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
— Volvamos. — le contestó.<br />
<br />
“Podría caminar sobre ascuas, nadar bajo un lago helado” querría haber dicho. “Podría correr bajo un huracán y volar entre relámpagos, siempre que no perdiera de vista el prado verde de tus ojos”. Pero se limitó a callar y clavar sus pupilas en las de ella. Callar y reaccionar rápido, como cuando aquel furtivo beso. La agarró con delicadeza y soltura, para luego retomar el camino de vuelta a la casa, despacio, bajo la incesante lluvia.<br />
<br />
Dejó caer con suavidad a la joven en la escasa porción de madera que aún estaba seca. Agarró, con la delicadeza del lino, la fina muñeca de ell para cruzar el umbral a la par y guarecerse finalmente de la tormenta. Junto a luz de la lamparilla, que aún crepitaba, la hizo girar, enfrentándose a ella. Colocó sus manos sobre sus hombros, su cuello, y por un instante que le pareció eterno se dejó perder en el pastizal de su mirada. Corrió, voló sobre el trigo verde de sus ojos, pero alguien o algo lo llamaba. El canto de sirena de los labios que ya había probado exigían su atención y no tardó en ceder ante ellos, bajando sin prisa para volver a saborear los placeres de la dulce joven. Sus brazos se escurrieron por su espalda, anclándose en su cintura que pronto fue suya. Hizo coincidir sus figuras, compartiendo la humedad de sus ropajes y la calidez de sus cuerpos. Todo él la sentía ahora, la saboreaba, no sólo sus labios, y por otro eterno y leve momento, se dejó embriagar por aquella sensación.<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
**************************</div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<i>Habían bailoteado bajo la música de las olas y la suave brisa marinera, pero tiempo era ya de dominar los vientos y los mares. A la orden del capitán, el navío desplegó sus velas y pronto la mayor se hinchó, viento en popa. Ahora era la madera quien cortaba la mar y no las olas quien golpeaban al casco. Antes el huracanado viento agitaba el navío, ahora la brisa había sido contenida, dominada. La tormenta no marcaba su sino, el timón trazaba ahora su camino.</i><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
**************************</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<br />
El fuego crecía dentro de sí. Pero su mente continuaba combatiéndolo con fervor. Ella había sufrido demasiado aquella noche, no quería ser el origen de un nuevo mal forzando el parecer de la joven dama. Sin embargo, mientras meditaba, mientras la besaba, sus manos se movieron con voluntad propia y pronto encontró sus dedos enraizados en el frondoso bosque alba. Abrió un momento los ojos para volver a mirarla, juzgando sus reacciones, intentando adivinar qué corría por su mente. Pero no tardó en perder la conciencia de sus actos de nuevo y, en menos de lo que sus trepidantes corazones latieron una sola vez, él había hundido sus labios en el largo cuello de ella, besándola y degustando su piel con su lengua, mientras su nariz se embriagaba de los aromas de su pelo.<br />
<br />
Despertó al instante y se apartó, avergonzado en apariencia, deseoso de perderse en su cuerpo, en realidad. Volvió a mirarla y sonrió cálidamente en un desesperado gesto por preguntar: “¿qué hago?” Desenredó una de sus manos de la cabellera de ella para acariciar su rostro, primero con el dorso de sus dedos sobre la mejilla, más tarde con las yemas de estos sobre sus labios. Quería hacerlos hablar… o actuar. Quería que respondieran a sus pensamientos. Qué debía hacer, detenerse o dejarse llevar y no parar.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-20960022757719071952012-10-20T23:44:00.000+02:002012-10-21T05:37:38.315+02:00Medio lleno o medio vacíoEl pesimista ve el vaso medio vacío. El optimista medio lleno. El realista lo ve, sin embargo, completamente lleno: mitad agua, mitad aire.<br />
<br />
El pesimista echa de menos lo que ha perdido. Recuerda que no volverá a recuperarlo y desespera hasta tal punto que olvida de la generosa porción de agua que aún le resta.<br />
<br />
El optimista olvida la pérdida, olvida el dolor. Se centra en lo que tiene y en lo que puede llegar a hacer con él. Sólo quiere lo que ve, lo invisible lo destierra para siempre.<br />
<br />
El realista recuerda. Sabe que donde ahora hay aire, antes hubo agua. No se olvida de la porción perdida de ésta, sino que usa esa memoria para no volver a perder el resto de agua que aún posee. Tampoco olvida al aire, aquel elemento invisible y desconocido que ha sustituido a su preciado líquido. El aire palia el dolor de la pérdida, rellenando el espacio que el agua dejó, a la vez que abre un nuevo abanico de posibilidades ante sí. Sigue en posesión de una suficiente porción de su querido y transparente amigo, a la vez que pretende descubrir qué hacer con el nuevo y misterioso elemento al que no puede ver, oír o saborear, pero que sabe que ahí está. Y sabe también que lo usará para su beneficio, aunque desconozca aún cómo.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-89038499023789666122012-08-10T11:47:00.000+02:002012-11-11T16:04:28.546+01:00Tambor incansableArriadas las
velas, la nave bajó sus remos y el tambor comenzó a sonar. Sobre la cabeza del
capitán del navío se dibujaba una tormenta, tan imposible de esquivar que
decidió cruzar. “El ojo de la tormenta, allí habrá paz”, reflexionó y el
repiqueteo del tambor así obedeció. El mar se agitaba con la tempestad pero las
palas lo cortaban con bravura igual. El tambor sonaba con mayor presura a las
órdenes del capitán. La embarcación se adentró en la tormenta, el ritmo del
tambor seguía creciendo, conforme la oscuridad aumentaba a la par. Los vientos
se volvieron tan violentos que a punto estuvieron de zozobrar, pero el
incansable tambor y los remos que al unísono se movían capearon el temporal.<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
Cruzada ya
la zona de mayor fiereza, que había besado la proa con fuerza, seguían buscando
el centro de la tormenta. El tambor sonaba aún ligero, presto a cualquier otro
brusco cambio del tiempo. Surcaban las bravas olas, cortaban el turbulento mar,
pero no lograban encontrar el ojo de aquella demente tempestad. Ni tan siquiera
alcanzaban a vislumbrar el final de tan agónica huida.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
El tambor
seguía su ritmo incansable. Los brazos del tamborilero podrían seguir así hasta
el alba mas, ¿cuánto podría aguantar el pellejo que vibraba tras cada golpe?
¿Cuánto aguantarían las dos docenas de almas que movían los largos remos bajo
la tempestad? Ni centro ni fin de la tormenta se atisbaban, pero el tambor no
dejaba de sonar.<o:p></o:p></div>Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-55648696993533366212012-07-16T16:26:00.000+02:002012-09-08T03:02:57.596+02:00La Guardia de la CorteSala de Reuniones de Capitanes. Una estancia célebre aunque austera, como el resto del Primer Escuadrón. Aquellas cuatro paredes habían acogido a multitud de guerreros de muy diversas personalidades. Alrededor de esa mesa se habían sucedido airadas conversaciones, debates inagotables y alguna que otra pequeña celebración. Bajo ese techo se habían vivido momentos de máxima tensión, momentos ceremoniosos y pocos instantes de relajación. Allí se habían tomado decisiones, se había resuelto el rumbo de la Corte, se había escrito la historia de la Estado. Esas cuatro paredes habían escuchado de todo, porque sobre todo voces, discursos y discusiones habían reinado aquella cámara, retumbando en cada rincón como un eco incansable.<br />
<br />
<a name='more'></a>Ahora nada oían esos tabiques, nada salvo el solemne repiqueteo de los más poderosos corazones guerreros aunados en un largo y eterno silencio.
<br />
<br />
La ponzoñosa neblina del mutismo se había extendido por la cámara después de que la noticia se hiciera pública. El pilar maestro de toda la jerarquizada estructura de aquella Corte se había quebrado. Noticia de por sí insólita, pero las circunstancias de estos hechos, o más bien la falta de detalles de éstas, envolvían a lo sucedido con un halo de misterio que infundía temor hasta en los más fieros soldados. Y cómo no iban a atemorizar a alguien algo que pudo acabar con el guerrero más poderoso de todos los tiempos, el fundador de la Guardia de la Corte y la referencia de todo el ejército del estado, de un solo ataque, sin dar opción a defenderse. Poco más se conocía de lo sucedido salvo el resultado final y éste era que el Comandante se encontraba en su cama, gravemente herido, y que nada se sabía del agresor, ni había ningún rastro de él.<br />
<br />
La más portentosa biblioteca del mundo se venía abajo. El universo se colapsaba todo él sobre un punto. Cada pilar del panteón cedía al peso de toda la estructura. Todo se desmoronaba, todo los principios lógicos en los que había basado su carrera y su vida, se hacían añicos. Su mundo languidecía en su interior, pero fuera nada mostraba. Si pocos podían atisbar algo en su mirada, sólo uno podría alcanzar a leerla y éste se hallaba postrado, incapaz, en su lecho. El Teniente carraspeó, tomando las riendas de aquel malogrado paisaje para romper de una vez la mudez de tan suntuosa sala.<br />
<br />
— Caballeros. — Su voz se antojaba clara, ausente de emoción. — Sobra decir que nos enfrentamos a una situación sin precedentes. — Hizo una pausa para pasear su mirada por todos los presentes. — El Comandante, fundador de la Guardia, se encuentra incapacitado y la defensa del Estado recae ahora sobre nuestros hombros. — expresó, firme, decidido.<br />
<br />
El crujir de la gruesa madera del pórtico interrumpió las palabras de teniente. Tras ellas, una encorvaba figura atrajo las fascinadas miradas de los allí presentes. Cada Capitán en activo se encontraba en la sala, sólo rompiendo la monotonía el acallado teniente, que hacía las veces de Comandante en funciones para aquella reunión. Nadie debía perturbar esa asamblea, nada ni nadie podía atravesar el umbral bajo el que aquella torcida, aunque honorable figura se encontraba. Bajo una melena tan gris como una tormenta, dos pálidos ojos escrutaban a todos los allí presentes, enérgicos a la par que ancianos. Una esbelta nariz conducía a unos labios surcados en arrugas que se extendían por todo su rostro como mala hierba en un cultivo. Su sonrisa, torcida y diminuta, no inspiraba simpatía alguna. Respeto quizá, pero tan inquietante mueca no podía preceder nada agradable.<br />
<br />
— Vengo en representación de la honorable Cámara de los Nobles. — se presentó. Su voz se hacía notar lenta, tal y como los pasos que le acercaban al resto. — Dados los desgraciados acontecimientos acaecidos sobre la célebre figura del Comandante, la Cámara toma el control momentáneo de las decisiones de la Guardia de la Corte hasta que la situación del Estado vuelva a la normalidad.<br />
<br />
— Inaceptable. — irrumpió una voz de uno de los capitanes allí presentes.<br />
<br />
— Esto va en contra de todo código de nuestra orden, de todo protocolo. — añadió otro, más sosegado que el anterior.<br />
<br />
El distinguido intruso dio otro paso al frente, haciéndose notar. Su testa parecía desproporcionada en tamaño con respecto a su escueto cuerpo, aunque quizá su quebrado dorso podría engañar. Vestía de manera impecable, con telas nobles de estampados dorados sobre un solemne fondo morado. Carraspeó, devolviendo el silencio otrora reinante, y lo dejó estar por unos instantes.<br />
<br />
— La Guardia ha sido decapitada. Su ineficacia ha sido más que probada. Debéis acatar los designios de la Cámara. — exhortó, aunque a todos les quedó un agrio sabor a orden en sus oídos.<br />
<br />
— ¡Esto es inaudito! — exclamó un tercer capitán. — No sólo irrumpes en este sagrado acto sino que vienes aquí, a nuestra casa, a insultarnos.<br />
<br />
La desazón crecía en el ambiente y, de no ser contenida por los curtidos caracteres allí presentes, esta hacía tiempo que había transformado en ira. Sin embargo,Teniente del Primer Escuadrón, quien presidía la reunión, continuaba mostrándose tan pétreo como al comienzo del encuentro, pareciendo ser el único de todos los shinigamis al que aquella intromisión no había importunado. Sólo se giró para decir dejar escapar una única palabra:<br />
<br />
— Guardias.<br />
<br />
Tras sendos chasquidos de armaduras, dos soldados aparecieron a ambos costados del anciano noble. Sonriente, tal como irrumpió, éste abandonó la sala, escoltado. A sus espaldas los guerreros reunidos clamaban justicia y su detención. En el grupo de capitanes, de casi obligada diversidad, se encontraban y enfrentaban dispares opiniones en cuanto cualquier tema que incluyera a las nobiliarias familias saliera a la palestra. Aun sin la presencia del pequeño personaje, la Cámara de los Nobles ya había logrado sembrar la semilla de la disputa entre las más poderosas mentes de la Guardia de la Corte. Mas el tema pronto volvió al camino que tan urgentemente necesitaba de toda su atención y cada oveja, con él, a su redil.<br />
<br />
— Puede que tenga razón. — añadió el teniente del Primer Escuadrón, tras unos segundos de mutismo. Al unísono, todos los capitanes ahogaron un grito de asombro, incrédulos. Pero él agitó su cabeza y se hizo entender.<br />
<br />
Explicó que la Guardia y la sociedad entera pedía un cambio de rumbo a gritos y todos, tras breves titubeos, acabaron por darle la razón. Tras la pasada, aunque no tan atrás en el tiempo, Guerra contra el enemigo, los problemas habían ido en aumento, más que solventarse los ya implantados. Aún acuciaban las bajas en batalla, no tanto por el número de éstas, sino por los problemas estructurales que habían originado en la jerarquía de los escuadrones. Estas fallas acarreaban un mal funcionamiento de estos, a la vez que significaban una inestable base sobre la que edificar la defensa del Estado. Todos, sin excepción, secundaban aquellas premisas, las primeras a solucionar.<br />
<br />
Hubo quien llegó a atreverse a calificar aquel sistema como arcaico, incapaz de funcionar eficazmente en la actualidad. Otros apuntaban hacia la escasez de guerreros experimentados para razonar los problemas de la Corte. Todos, de nuevo sin excepción, se mostraron decididos a renovar el Ejército de la Guardia desde su base, colocando cada ladrillo sobre firmes cimientos en pos de la prosperidad del Estado.<br />
<br />
En el fragor del ir y venir de ideas, un Capitán llegó a sugerir que había un excedente de puestos vacantes, que debían buscar solución a esto primero. Otros indicaron que la actual cantidad de guerreros no era suficiente para que cada División cumpliera sus funciones más básicas. Pronto se llegó a la conclusión que la solución que solventaba todos aquellos problemas de un solo tajo era la unificación de escuadrones, pues así se paliaba la falta de líderes competentes para encabezar los escuadrones, y estos se fusionaban, aumentando sus efectivos.<br />
<br />
Tras la vigilia, plagada de debates e ideas que iban, venían y se perfilaban, con la madrugada, la élite de la Guardia había llegado a un acuerdo. Como todos habían coincidido, debían volver a sus orígenes, a la base de todo guerrero, para recrear desde la base todo el paradigma de la Corte. Se eligió, como sugirieron, reunir los Escuadrones, emparejándolos por actividades comunes, hasta dejarlos en siete. Siete, como siete eran las virtudes del Camino del Samurai. Rectitud, Coraje, Benevolencia, Respeto, Honestidad, Honor y Lealtad serían los nuevos siete elementos, los siete pilares donde una nueva Guardia de la Corte debía resurgir, más fuerte, eficiente y poderosa que la anterior.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-8951420542669651662012-06-23T05:26:00.000+02:002012-07-08T22:47:25.638+02:00Aquí y AllíHoy despertó en un mundo extraño. Allí, hace una década, no fue tan cauteloso. Allí, años atrás, no antepuso la lógica y la amistad a la locura y el romanticismo. Allá maduró antes, aunque no más que aquí, ni mejor. Allí su primer beso se adelantó a un sucio cuartucho del laboratorio de ciencias. Menos bucólico que el atardecer en la playa de acá, sí, pero prematuro, como casi todo todo lo demás allá. Allí dejaron su amistad sin fin a un lado, abrazando aquel nuevo “ellos” con fecha de caducidad.<br />
<br />
<a name='more'></a>Allí, como aquí, ella volvió a casa. Allá, como acá, dejó un hueco en él, aunque más grande quizá. No sabe muy bien, fue allí, no aquí, y fue hace casi diez primaveras. Como aquí, allí el recuerdo le es borroso. Ni siquiera puede decidir si fue mejor el allí que el acá, la pasión o la razón.<br />
<br />
El momento clave de toda vida, el efímero paso del niño al adulto, fue diferente también. Y no hay nada más determinante para el resto de tu historia vital que las decisiones que tomes durante esos grandes cambios. Allí, su “él” adulto comenzó en un bagaje entristecido; aquí feliz, completo. Allá abrazó su nueva vida, su nuevo hogar y sus nuevas caras. Aquí permació con un pie en el estadio pasado, viviendo a caballo entre dos lugares. Allí la nostalgia y la tristeza lo escudó durante un tiempo, pero el resurgir no se demoró demasiado. Allá creó un inédito mundo a su alrededor, asentado ya en su nuevo lugar, cortando, poco a poco, cada raíz. Aquí consiguió el equilibrio perfecto entre lo viejo y lo nuevo, lo familiar y inexplorado, lo hogareño y fresco.<br />
<br />
El final de aquel kafkiano día llegaba ya y los caminos, como el sol y el horizonte, volvían a encontrarse. El aquí fue de nuevo allí, y el acá allá. Ambos trayectos, diferentes en sus detalles, muy dispares en recorrido, se unieron en la misma meta. Allá, donde el allí y el aquí se fundían, estaba ella, con sus dos propios caminos tras de sí, con sus propios allí y aquí, distintos pero convergentes en una idéntica culminación del viaje de aquella doble vida.<br />
<br />
<i>Y allí estaba ella. Era el ocaso de dos caminos, será el albor de, ahora, sólo uno.</i>Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-65507038958917841982012-05-24T06:54:00.002+02:002012-11-11T16:04:28.540+01:00Relativo y subjetivo tiempoEl tiempo es una creación de la conciencia, tan relativo como subjetivo. Marcamos qué es el día, qué la noche, cuándo ir a dormir y cuándo despertar. Creamos las semanas, los meses, para poder marcar los cambios en las mareas, las fases de la luna. Delimitamos horas, minutos, segundos, para poder medir el latido del corazón. Pero a veces confundimos conceptos, olvidándonos de esa escala que colocamos tiempo atrás sobre nuestra psique. Los días parecen horas, las semanas años y las horas segundos. Y, entre aquellas viejas paredes que rechinaban bajo la humedad, bajo aquel techo sobre el que se componía la sinfonía de la lluvia, cada latido de su trepidante corazón, se hacía tan largo como una noche de invierno.<br />
<br />
<a name='more'></a>Bajo las yemas de sus dedos, rugosas por la humedad, pudo por un instante, un instante eterno, notar como la sangre fluía por los vasos de su muñeca. Ríos calmados se tornaron turbulentos bajo el tosco toque de los dedos del muchacho. Y éste, durante el corto y eterno momento que sostuvo su antebrazo, observó sus ojos, viendo como su verdor se restringía con el dilatar de las pupilas. Por un corto segundo, efímero como un eclipse, mas eterno, ambos se observaron fijamente, clavando sus agrandadas pupilas sobre las próximas, notando el candor de la piel mutua bajo la suya.<br />
<br />
Pero la prudencia y el pudor, viles asesino de aquellos íntimos momentos, acabaron con la elongación del tiempo en aquel pequeño y concreto espacio. Acabaron con los pulsos acelerados y las dilatadas miradas. Terminaron con el silencio del viento y del agua, y con el ruido de sus pensamientos.<br />
<br />
El rubor de la fina piel de ella elevó más aún el suyo propio, y aunque ni la casi ausente iluminación, ni su bruna tez iban a mostrar tal debilidad, él bajó la mirada por enésima vez, dejándose llevar por sus pensamientos tras las escuetas palabras de la joven.<br />
<br />
<i>— ¿Qué cojones me pasa? Ni que fuera tu primera velada a solas con una mujer. —</i> se regañó, para sus adentros.<br />
<br />
Y es que, falsa modestia a parte, el sexo opuesto nunca había supuesto mayor problema para el joven él. Y no había sido así porque tampoco había supuesto todo lo contrario. Sus experiencias, sus vivencias, se habían limitado al vano y superficial disfrute, sin que se implicara lo más mínimo con nadie. Nunca. Pero, por alguna extraña razón, aquella noche había sido arrastrado hacia la más profunda complicidad, confundiéndole hasta la médula. Su enigmática huida y su misteriosa historia, sus ojos que parecían ocultar historias para muchas veladas, su sonrisa, la más sincera que creía haber visto nunca. No sabía qué en concreto lo había llevado a aquella desorientadora situación, pero todo el conjunto lo abrumaba.<br />
<br />
Se sorprendió pensando en ella, como si estuviese en otro lugar, lejos de allí, recordándola. Imaginaba su sonrojada tez, su mirada esquiva bajo sus níveos cabellos. Se recordaba a sí mismo sonriendo mientras la observaba. La imaginaba riendo, mirándole fijamente. Tan ensimismado quedó, que ni el mínimo caso hizo a la pregunta que ella formuló, aunque ésta la trajo de nuevo allí, al presente.<br />
<br />
<i>— Pero si está aquí, imbécil. — </i>pensó. <i>— Está aquí...</i><br />
<br />
Todo ocurrió muy rápido. Habría jurado no ser dueño de sí tras percatarse que realmente estaba frente a él, sonriéndole. Porque aquello que hizo suponía un juego tantas otras veces, pero se negaba a pensar que fuera otro de tantos divertimentos. Fuera de sí, observándose casi desde su coronilla, se inclinó con pasmosa rapidez. Y, en un instante tan corto como eterno, besó los cálidos labios de ella, con tal dulzura que no pudo evitar cerrar sus ojos y, durante el estrecho e interminable tiempo de un latir de su corazón, se dejó llevar. Pero su mente volvió en sí y, en una desmesurada reacción inversa, se empujó a sí mismo hacia atrás, arrasando con lo que a sus espaldas se encontrara.<br />
<br />
<b>— Eso ha estado fuera de lugar. —</b> confesó, con voz entrecortada, mientras se llevaba dos dedos a sus labios.<i> "¿Ha sido real",</i> pensó. <b>— Pasaré la noche aquí, sí, pero será mejor que espere al alba fuera. —</b> continuó, sin dejar hablar. Parecía haberse percatado al fin de la pregunta de ella. <b>— Creo que ha dejado de llover. —</b> mintió.<br />
<br />
Sin esperar reacción alguna, se irguió y dio la espalda a la joven que seguía sobre su asiento. En un par de zancadas cruzó la estancia, abriendo la puerta con brusquedad. Salió con la misma premura que guiaba su excitación y, bajo el primer árbol que encontró, se sentó, tratando de resguardarse de la lluvia que, lejos de cesar, parecía más intensa a cada instante. Tan intensa como cada vivencia de aquella inusual noche.<br />
<br />
Ni el frío ni la lluvia calmó la estampida de su corazón. Una casi demente sonrisa se dibujó en su rostro, reviviendo lo que acababa de hacer, pero jamás juraría haber hecho.<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<div style="text-align: center;">
__________________________________________</div>
</div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<div style="text-align: center;">
<i><span style="font-size: x-small;">Extracto de una historia conjunta. Para leer más y conocer el contexto:<a href="http://soulsandswords.foroes.net/t1147-cabellos-humedos-entre-ellos-brilla-el-ambar-dulce-como-incienso-fb-kato"> "Cabellos húmedos; entre ellos brilla el ámbar, dulce como el incienso."</a></span></i></div>
</div>
Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-12872463204243554402012-05-03T04:01:00.001+02:002012-06-16T02:18:03.224+02:00Pecho henchido, mentón erguido.Caminaba aquel señor con pecho henchido y mentón erguido, orgulloso de su más lustrosa prenda. No tenía reparos en lucir esa tela que resplandecía bajo el sol y que no sólo osaba reflejar sus rayos, sino todo aquello que sobre ella se posara. Cada golpe, cada roce, cada elogio y alabanza sobre él resbalaba, cual gotas de rocío. Se sentía protegido del exterior sin con ello aislarse de éste. Se hallaba imperturbable ante todo y ante todos bajo él. Era al mismo tiempo su más firme escudo y el más cálido de sus mantos.<br />
<br />
<a name='more'></a>Nada importaba sobre él. Mientras el interior siguiera en paz consigo mismo, el exterior no podría nunca mancillar el inmaculado ego de aquel hombre. Su mente, excluida de la vorágine exterior, podía al fin alcanzar la felicidad. Su psique viajaba libre, sin obstáculos, por el sinuoso camino de la vida. Gracias a esa obra de arte, armadura y célebre atavío podía caminar sin demora desde el alba hasta el ocaso.<br />
<br />
Y la noche llegó, agria como el más oscuro de los chocolates. Y la luna bajó, testando con sus tibia luz las galas de aquel hombre. Juguetona rozó con su tenues lazos alseñor de pecho compungido y vidriosa mirada. Mas su espejo no falló. Rechazó cada sutil toque, caricia y bofetón durante la larga vigilia que la argéntea dama le dedicó. Su pícara sonrisa fue perdiéndose, paulatinamente, entre el danzar de las estrellas. Para cuando la alborada afloraba sobre los lozanos campos frente a aquel impasible hombre, la luna ya había dejado de intentar llegar a él y, mientras se volvía al horizonte, fue recogiendo una a una cada carantoña y sentido ademán que le había sido reflejada.<br />
<br />
Una nueva aurora se irguió frente a él, hombre de hueco pecho y mentón rendido, sorprendiéndole desnudo frente al viento. Aquella efectiva armadura que había hecho huir a la señora de la noche, ahora quedaba atrás. Intenciones claras las de aquel desdichado, tan claras como vanas.<br />
<br />
Orgulloso, se declaraba inmune al qué dirán. Protegido bajo ese escudo vivió feliz. Nada influía sobre él los pensamientos ajenos, anónimos. Él se mostraba tal cual, henchido y erguido, engreído y satisfecho. Pero aquella noche le hizo pensar. Le enseñó a dudar, aunque no a arrepentirse. ¿Acaso existe forma más honesta de afrontar este largo camino? Ni tan siquiera frente a la luna bajó su escudo, y obró bien. Mas ahora, maldito a una vida sin el roce de su nívea piel, seguía vacilando. Su incertidumbre le carcomía.<br />
<br />
¿Debió nuestro aventurero ceder a sus principios? ¿Debió monstrarse como cabría esperarse de él? ¿Debió ceder ante aquellos brazos que intentaban desnudar su pecho, ya no tan henchido? ¿Tuvo acaso que abandonar durante aquel crepúsculo la lógica y la razón que había movido su mente y sus pies hacía allí, con tal de no defraudar a la blanca dama?<br />
<br />
Quizá, sólo quizá, si en ese aciago anochecer hubiera dejado en la ribera del río su resplandeciente traje. Si hubiese nadado junto a la luna despojado de una parte de sí. Si aquella noche hubiera sido un poco más como todos quisieran que fueran y un poco menos él, ahora su calvario no sería eterno. Cada noche, desde su ventana, podría a la luna observar. Podría dejarse acariciar un segundo con algún débil haz y sonreír a la musa que nunca debió asustar.<br />
<br />Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-9050986229449526972012-03-21T02:07:00.001+01:002012-03-21T02:07:57.562+01:00Miradas en el trenComo no podía ser de otro modo, llegaba tarde. El tiempo, el atmosférico, tampoco ayudaba a la carrera. Tras unos días de adelantado calor, el día había amanecido lluvioso y el bochorno dominabas las calles. Mirada al reloj, pequeño acelerón, nueva mirada al reloj. Sin saber cómo me pierdo en cualquier vano pensamiento para darme cuenta que he bajado el ritmo. Acelero de nuevo tras fustigarme mentalmente para llegar a la estación a la vez que el tren que debía tomar.<br />
<br />
<a name='more'></a>Había llovido, así que para nuestra queridísima compañía ferroviaria volvíamos a estar en invierno y el vagón era un horno. Sobraba la sudadera, la chaqueta y hasta la piel, si me apuras. Saqué a dos tipos de mis asientos. ¿Nadie se sienta en los suyos los viernes? Subí el macuto y me deshice de la ropa sobrante. Tras la última capa de tela y una bocanada enorme de aire, descubrí que dos ojos se habían fijado sobre mí. El vagón entero seguía a lo suyo, pero aquella clara mirada me seguía mirando sin saber por qué. Sonreí tontamente, y me senté, perdiéndome tras el respaldo del asiento que nos separaba, rojo como un tomate.<br />
<br />
Cuando me aclimaté a la atmósfera del tren y me puse cómodo, me dispuse a deleitarme de nuevo con aquella dulce mirada. Entre los resquicios de los asientos la busqué, para sorprenderme con que ella también buscaba la mía. Un par de sonrisas tímidas y de nuevo me perdí tras el respaldo del asiento. Pensé por un momento en decirle algo, pero raramente podría acercarme a ella, por lo que me conformé en observar su reflejo, entreteniéndome en seguir sus ojos color cielo mientras estos parecían otear el horizonte, moviéndose ágilmente de detalle en detalle a través de la ventana.<br />
<br />
Se apeó en mi estación y nuestras miradas se cruzaron de nuevo. Llevados por la multitud, ambos nos dirigimos hacia la salida, pero esta vez me había decidido en conocerla. Esperaría a que el gentío se disipase.<br />
<br />
Tras los límites del edificio la encontré de nuevo, esperando a alguien. Enésima mirada cruzada, enésima sonrisa. Un chaval se le acerca a ella y ve cómo me observa. Se acerca a mí, rezumando feromonas y marcando terreno cuan macho alfa. La miro como diciendo "¿en serio, este tipo?" y ella parece entenderme, porque sin dejar de sonreírme se limitó a torcer la cabeza y encogerse de hombros. Yo hago lo propio, obviando al cabrío en celo, y continúo mi camino.<br />
<br />
Ahora me río recordando esto, pero lo cierto es que aquella hechizante mirada me sigue persiguiendo en sueños y en ellos el mundo es un poco más justo, más coherente. En ellos ella no esperaba a nadie en la estación, salvo a mí.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-83599633565997468772012-03-08T01:48:00.000+01:002012-03-08T01:48:57.880+01:00Apoyo quebradoNo hay peor golpe que ése cuando te caes porque tu apoyo se quebró, que el que recibes porque tu escudo se desmaterializó frente a tus ojos.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-14834900253455048522012-03-01T02:12:00.004+01:002012-03-08T01:47:39.449+01:00CayendoEl sol había deslumbrado sus ojos, pero no los necesitaba para saber que estaba cayendo. En algún momento de un futuro próximo que no alcanzaba a poder concretar, su espalda daría de bruces contra el suelo. Era un hecho.<br />
<br />
No sabía desde que altura se había precipitado ni cuánto llevaba cayendo, pero algo en su cabeza le decía que el viaje estaba siendo muy rápido, demasiado. Tanto que el aterrizaje debería ser fatal, mortal. Sin embargo algo notó bajo su hombro derecho. Al principio sólo era un pequeño roce, pero luego parecía afirmarse aquel contacto que se oponía al movimiento descendente de su cuerpo. A penas había frenado la caída éste, cuando sintió de nuevo otro contacto, esta vez bajo su costado izquierdo. Ni el primero ni el segundo tenían potencial suficiente para evitar el futuro y aparatoso aterrizaje, pero con fuerzas aunadas, la velocidad iba en detrimento.<br />
<br />
No fueron dos, ni tres los contactos que se formaron. Infinidad se sucedieron, unos más firmes y vigorosos, otros más duraderos y lábiles. Ninguno consiguió detener la caída pero sí ralentizar el viaje. Sus ojos se recuperaron y comenzaron de nuevo a curiosear lo que les rodeaba. Y ahora, tras tanto contacto anónimo, el súbito desenlace de aquel malcarado viaje no parecía tan malo. Dolería, por supuesto que dolería, pero lograría salir de una pieza gracias a aquellas manos amigas, que no es decir poco.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-28865441056695671912012-02-19T23:52:00.003+01:002013-06-14T07:42:30.989+02:00Me había levantado tarde aquella mañanaMe había levantado tarde esa mañana. Quedaré luego, ahora toca dormir, me repetía. Con aquel escudo de telas sobre mi cabeza, el tiempo voló. El despertador no dejaba de sonar, pero en mi refugio nada se oía. Único era el sonido acompasado de mi respiración mientras pretendía hacer ver que dormía. Beso aquello que entre mis manos sostengo, eso que tenía junto a mí cuando Morfeo me acogió entre sus brazos. Que tan lejos me transportaba aquel minúsculo objeto, sólo yo podía saberlo. No hacia falta mirarlo, sólo recorrerlo entre mis dedos, para poder verlo en mi mente con todo detalle. Tuve que alejarlo de mí para evitar volver a besarlo. ¿Qué iba a conseguir con ello? Robarte tu atención, quizá, por un momento. Ese objeto estaba de algún modo conectado a ti. Bajo su peso podía sentirte. La silueta me recordaba a la tuya, sin duda. Nieve, tan frío como la nieve me pareció en ese instante, con tal recuerdo, que lo alejé de mí. Que mi mano no reaccionara a mi orden tampoco me extrañó. Tan atraído hacia mí debía sentirse aquello que guardaba en mi puño como yo me veía hacia ti. Corto sueño el que tuve. Fue tan solo un segundo, el que tarde en dormirme y despertar, pero la sonrisa había vuelto a a mí.<br />
<br />
<a name='more'></a>Me había levantado tarde, tardísimo esa mañana. Quedaré luego, me seguía repitiendo. Con gran esfuerzo y de un solo golpe, me descubrí. Aquella brisa matutina caló en mis huesos de inmediato, estremeciéndome sobre la cama. Lejana quedaba atrás esa mañana en que de tus dedos recibí el segundo objeto que me miraba sobre la mesa, llamándome. Noche larga, triste y lluviosa, tan oscura como tu mirada, había precedido a tan alegre mañana. En plena madrugada, volvía a soñar contigo una y otra vez. Tierras y mares nos separaban y separarán, pero te sentía junto a mí cada vez que te dibujaba en mi mente. Más aún cuando soñaba contigo, que pocas veces me concedía tal privilegio. Cálidas eran tus palabras, aunque ninguna de ellas entendiera. Tan dulce tu voz, pero que nada decía. Efímera era tu sonrisa. Y qué sonrisa. Bella y radiante, las pocas veces que la hice despertar. Como aquel día tan lejano en esa escalera en penumbras. Ella, porque mujer debía ser, me seguía observando desde la mesa, clamando mi atención. Sola la volví a dejar, cubriéndome de nuevo con mi caparazón de sábanas y mantas.<br />
<br />
Me había levantado tarde aquella mañana. Quedaré luego, me mentía a mí mismo. Con esfuerzo sobrehumano me erguí y todo dio vueltas en mi cabeza. Esa sensación no era para nada novedosa. Calle arriba, en aquella esquina, era lo único que podía sentir. Repleta de agitación, mi mente se calmó poco a poco. De encima de la mesa, aquel objeto volvió a mirarme y yo no quise devolverle la ojeada. Gente que se creyera cuerda podría haber enloquecido con la mirada de aquello. Por mi parte, mi locura era ya un hecho, por lo que podía seguir ignorándolo, al menos un rato más. La habitación dejó de moverse en mis ojos y me decidí a posar los pies en el frío suelo. Que estuviera helado fue algo que agradecí. Sólo algo así podría acabar de despejarme. Nosotros, el objeto de mi mano que me recordaba a ti y yo, por fin estábamos de vuelta al mundo. Caminábamos aún con torpeza, pero la verticalidad que caracteriza a todo hombre había sido recobrada.<br />
<br />
Me había despertado temprano, pero levantado tardísimo. Quedaré más tarde, nada cambiará. Con no poco esfuerzo, al fin estaba en pie. Aquel objeto de mi mano pensaba más que mi cuerpo entero, y al fin reuní las fuerzas para dejarlo junto al otro, en la mesa. Primer hito de la mañana completado con éxito. Beso, recuerdo el beso que hace unos minutos le di, mirándolo, y no puedo evitar reírme. Tan ridículo había sido ese gesto que me avergonzaba profundamente de mí mismo. Furtivo pensamiento éste, pues no tardó en alcanzarme, de nuevo, e hastío. Como por encima de mi voluntad, mi mano asió las cortinas, retirándolas. Inesperado fue el brillo del sol sobre mi cara, ya casi en su cenit. <br />
<br />
Me había levantado tan tarde aquella mañana que ya tenía sobre mí el mediodía. Quedaré más tarde, me seguía repitiendo, aunque poco de mañana restase ya. Con más sueño de lo normal, me dirigí al baño. Las pupilas, a través del espejo, se me antojaban dilatadas, aunque quizá se vieran así por las ojeras que las rodeaban. Risas habrían despertado en la calle, en el preciso instante que alguien me viera aquella desaliñada cara. Y no sin razón. Bromas habrían despertado mis despeinados cabellos y aquellos ojos que parecían sin vida. Mientras dejaba calentar el agua, miré de soslayo, a través del pasillo a aquel objeto que seguía mirándome. Nos miramos por un segundo, pero no pude soportar mucho sus inquietantes ojos y hundí mi cara en el agua. Perdíamos el tiempo con aquel duelo de miradas, nada podría batir la suya. Por un momento me olvidé de lo que me rodeaba. La cálida agua me reconfortó y despejó al instante, tanto que me sentí inesperadamente listo al instante. Ciudad fría me esperaba fuera, duro día y dura vida.<br />
<br />
Me había levantado tarde, tardísimo aquella mañana. Quedaré más tarde, me había dicho, pero nadie llegó, ni siquiera yo. Tanto ese alguien que nunca apareció, comenzamos al fin e día.<br />
<br />
Todo eso me guardaré. El resto, el resto irá al olvido, de donde nunca debió salir.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-78743002745735733562012-01-22T07:11:00.002+01:002012-09-08T03:10:29.985+02:00Sin aceroHabía sido arrastrado hasta aquel árido páramo mientras estuvo inconsciente. Aún conservaba la cordura, pero no tardaría en perderla. Con torpeza y dificultad, recobró la verticalidad al tiempo que cada hueso se desentumecía, doliéndoles. Miró hacia abajo para comprobar que su armadura seguía en su lugar. Su mirada se desvió a un brazo, luego al otro, como si no esperara encontrarlos ahí. Lo que ya no pasaba por su mente era hallar en ellos su espada, pues hacía tiempo que no sentía el peso del metal en su mano.<br />
<br />
<a name='more'></a>Giró la cabeza, intentando orientarse sin éxito. Intuyó el camino de vuelta por las marcas que su propio cuerpo había dibujado en el terreno. Quizá no fuera buena idea volver a la batalla desarmado, pero la alternativa no era mucho más halagüeña. Si tomaba otro camino sólo acabaría perdido bajo el asfixiante calor.<br />
<br />
Emprendió su fatigoso camino de vuelta, bajando la vista de cuando en cuando para no perder el rastro. Poco a poco, como cuando la matutina niebla deja paso al sol del mediodía, las siluetas de la contienda se fueron formando ante sus ojos. Allá en el horizonte se erigían columnas de humo entre las figuras quebradas de los edificios. Conforme avanzaba, su atención se fue apartando del fuego y las ruinas para centrarse en el macabro relieve que conformaban las decenas de cuerpos, mutilados y cercenados, sobre un manto carmesí. La lucha había sido violenta y las bajas se sucedían en ambos bandos, pero no había supuesto jamás que aquella refriega hubiera concluido en semejante carnicería.<br />
<br />
Doblegó su voluntad y se forzó a continuar con la banal búsqueda de alguien con vida. Pero nada vivo restaba allí. Como pudo, fue enumerando en su mente cada enemigo y aliado, para acabar por concluir que ambos bandos habían sido arrasados, como si la peste los hubiera embebido, enfermado y asesinado en un instante.<br />
<br />
Una estúpida sonrisa se dibujó en su rostro. La ironía despertó su más irracional humor en aquel escenario de muerte. La ironía de haber pensado, momentos atrás, que se abalanzaba hacia su óbito al volver al combate sin un acero con el que defenderse. Y fue esa ironía quien colmó el vaso de su mente, dejando a la locura apoderarse de ésta. Y rió. Su carcajada se extendió por aquel cementerio de lechos al descubierto. Rió sin control, hasta que los fuegos se extinguieron y las azabaches columnas de humo se disiparon. Carcajeó hasta que la tierra bebió la sangre de los caídos y los cuerpos inertes se irguieron en torno a él, hasta que la ciudad cobró vida tan sólo para detenerse a observar como la demencia se apoderaba de aquel desdichado ser.<br />
<br />
Al fin había vuelto, sin acero pero pletórico de valor, para asimilar nada más llegar que no había enemigo al que combatir desarmado. Nadie había quién le deseara daño, pero seguía sintiéndose amenazado y de pronto recordó porqué. Las voces acalladas de su mente recobraron su vigor, colmándole de nuevo de amenazas, hundiéndolo en el terror, en el miedo a su propia existencia. <br />
<br />
Sin espada, sin pluma, desnudo frente a su destino, su sabiduría se tornó locura. Chiflado ahora, más que nunca, su mano volvía a asir el cálamo de su vieja herramienta. Irremediablemente loco, recobró el orden de las voces de su perturbada mente. Volvía a estar armado y era tiempo de bañar el campo de batalla, no con sangre, sino con cetrinos trazos con los que contar al mundo que volvía a ser feliz, que volvía a estar locamente cuerdo.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7294256799347027433.post-64553737731731497322012-01-09T19:15:00.004+01:002013-06-14T07:42:08.109+02:00AlasCuán fuertes deben ser sus alas cuando ni los más sensatos y numerosos brazos le retienen unido al suelo.Juanfrahttp://www.blogger.com/profile/13489740140233719727noreply@blogger.com0