sábado, 20 de octubre de 2012

Medio lleno o medio vacío

El pesimista ve el vaso medio vacío. El optimista medio lleno. El realista lo ve, sin embargo, completamente lleno: mitad agua, mitad aire.

El pesimista echa de menos lo que ha perdido. Recuerda que no volverá a recuperarlo y desespera hasta tal punto que olvida de la generosa porción de agua que aún le resta.

El optimista olvida la pérdida, olvida el dolor. Se centra en lo que tiene y en lo que puede llegar a hacer con él. Sólo quiere lo que ve, lo invisible lo destierra para siempre.

El realista recuerda. Sabe que donde ahora hay aire, antes hubo agua. No se olvida de la porción perdida de ésta, sino que usa esa memoria para no volver a perder el resto de agua que aún posee. Tampoco olvida al aire, aquel elemento invisible y desconocido que ha sustituido a su preciado líquido. El aire palia el dolor de la pérdida, rellenando el espacio que el agua dejó, a la vez que abre un nuevo abanico de posibilidades ante sí. Sigue en posesión de una suficiente porción de su querido y transparente amigo, a la vez que pretende descubrir qué hacer con el nuevo y misterioso elemento al que no puede ver, oír o saborear, pero que sabe que ahí está. Y sabe también que lo usará para su beneficio, aunque desconozca aún cómo.

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