sábado, 23 de junio de 2012

Aquí y Allí

Hoy despertó en un mundo extraño. Allí, hace una década, no fue tan cauteloso. Allí, años atrás, no antepuso la lógica y la amistad a la locura y el romanticismo. Allá maduró antes, aunque no más que aquí, ni mejor. Allí su primer beso se adelantó a un sucio cuartucho del laboratorio de ciencias. Menos bucólico que el atardecer en la playa de acá, sí, pero prematuro, como casi todo todo lo demás allá. Allí dejaron su amistad sin fin a un lado, abrazando aquel nuevo “ellos” con fecha de caducidad.

Allí, como aquí, ella volvió a casa. Allá, como acá, dejó un hueco en él, aunque más grande quizá. No sabe muy bien, fue allí, no aquí, y fue hace casi diez primaveras. Como aquí, allí el recuerdo le es borroso. Ni siquiera puede decidir si fue mejor el allí que el acá, la pasión o la razón.

El momento clave de toda vida, el efímero paso del niño al adulto, fue diferente también. Y no hay nada más determinante para el resto de tu historia vital que las decisiones que tomes durante esos grandes cambios. Allí, su “él” adulto comenzó en un bagaje entristecido; aquí feliz, completo. Allá abrazó su nueva vida, su nuevo hogar y sus nuevas caras. Aquí permació con un pie en el estadio pasado, viviendo a caballo entre dos lugares. Allí la nostalgia y la tristeza lo escudó durante un tiempo, pero el resurgir no se demoró demasiado. Allá creó un inédito mundo a su alrededor, asentado ya en su nuevo lugar, cortando, poco a poco, cada raíz. Aquí consiguió el equilibrio perfecto entre lo viejo y lo nuevo, lo familiar y inexplorado, lo hogareño y fresco.

El final de aquel kafkiano día llegaba ya y los caminos, como el sol y el horizonte, volvían a encontrarse. El aquí fue de nuevo allí, y el acá allá. Ambos trayectos, diferentes en sus detalles, muy dispares en recorrido, se unieron en la misma meta. Allá, donde el allí y el aquí se fundían, estaba ella, con sus dos propios caminos tras de sí, con sus propios allí y aquí, distintos pero convergentes en una idéntica culminación del viaje de aquella doble vida.

Y allí estaba ella. Era el ocaso de dos caminos, será el albor de, ahora, sólo uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te ha parecido el texto?