domingo, 11 de diciembre de 2011

Miedo a recordar

Tengo muchas, muchas lecturas pendientes. Algunas incluso imperdonables. Un ejemplo claro de ello es El Gen Egoísta, del brillante Richard Dawkins, el cual tengo a medio empezar. Es un tipo que me apasiona, tanto en las intervenciones públicas a las que he tenido acceso, como en sus textos divulgativos. Esta obra no sólo es su ópera prima, sino que yo diría que la más importante de su carrera por sus pioneros planteamientos y por sentar la base de su crítica prosa. Pero además, en aspectos más respectivos a mi persona, el libro versa sobre evolución y comportamiento, que podría declarar, sin temor a equivocarme, que son los dos pilares que asientan mi yo científico. Atendiendo a todo lo anterior, ¿qué diantres estoy haciendo que aún no acabé semejante joya?

La explicación es simple: tengo miedo. No de que no me guste, que seguro lo hará. Lo poco que llegué a leer me fascinó. Miedo no a lo efímero de la lectura, tampoco. Miedo al recuerdo. Esa tan potente herramienta de nuestra mente que tanta cal da como arena.

Comencé la lectura años atrás, en la oscuridad de la habitación, a los pies de tu cama, con tus suspiros de banda sonora. Leía en las largas vigilias, cuando todos en casa dormían, incluida tú. Velaba tu consciencia, esperando -pero no deseando- que el aciago destino alcanzara al presente. Es curioso como, antes las puertas de los más solemnes momentos de una vida, nuestro comportamiento se torna banal, casi defraudante. Leía unas líneas, una hoja, no más, sin luego parar a observar como dormías. Esperaba y leía, esperaba y leía suplicando a ese hijo de puta que te dejara en paz una noche más. Cuando las primeras luces de la mañana arañaban tu ventana, cuando el gallo cantaba y el primer despertador sonaba, yo corría a esconderme entre las cobijas de mi cama. No me iba a permitir dejarte sola ni un solo instante, no ahora.

Miedo tengo al recuerdo, pero no es ello lo que me retiene, no es lo que evita que vuelva a las críticas páginas de ese libro. No temo recordar, sino que lo ansío. Mi miedo va más allá, pues lo que temo es que, llegado el momento, recuerde que no recuerdo.

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